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Mostrando entradas de mayo, 2008

Cuando quieres ser un avestruz...

Dicen que el amor mueve el mundo. Si así fuera, los días hoy por hoy, en vez de veinticuatro, tendrían al menos cien horas. El amor está desvirtuado en estos días. Estar enamorado se ha convertido en un síntoma de debilidad, sobre todo para las mujeres que pretenden hacerse valer como personas. Es inevitable. El hecho de que los demás puedan saber que se nos mueve un músculo debajo del pecho, nos hace sentir más vulnerables. Todos nuestros miedos salen a flote y nos sentimos pequeñas y desprotegidas. Nos sentimos observadas y ridículas. Y más aún cuando el destinatario de nuestro enamoramiento es una persona que parece estar muy lejos de nuestro alcance. Así me sentí anoche: pequeña y ridícula. ¿Cómo se me pudo ocurrir proponerle abiertamente al Turichuli (así le llamaré) que se viniera conmigo a casa? Sobre todo sabiendo que su novia le esperaba dormidita en casa. Y lo peor es que no me di cuenta de la tontería que estaba haciendo hasta que me rechazó. Eso me pasa por encapricharme co