Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2008

Cumpleaños

Mañana de cumpleaños. ¿Qué he hecho? Levantarme a toda prisa detrás de Juan. Preparar dos tazas de café. Poner al fuego unos macarrones para que se los llevara en un tapper. Desayunar con él… Parecemos una pareja y todo. Sin embargo, no lo somos. Sigue dejándome claro que yo no soy la mujer de su vida. Que no soy lo que busca. Y yo simplemente me aguanto y me conformo con tenerle al menos de momento. Anoche dormí fatal. Probablemente porque me fui a la cama cabreada después de que Juan reconociera que le gusta Nora. ¡Le gusta Nora! Siempre ha hablado bastante mal de ella, de su prepotencia, de su extrema independencia… Ahora me doy cuenta, era despecho. Dice que “Nora no es una opción”, pero yo sé que, si no lo es, es porque ella no quiere. Estoy empezando a cansarme de que me destroce la autoestima, de sentir que no soy suficiente para él. Me recuerda Alberto. O peor, incluso. No es sano que me levante así el día de mi cumpleaños, mirándome con lupa en el espejo y acongoján

Algo temporal

Hay momentos en la vida de toda persona en los que no queda más remedio que conformarse con lo que hay. Un trabajo temporal, una casa temporal, una ciudad temporal, ¿un amor temporal? Hoy leí en un blog literario un texto que habla de ello. Amor temporal , y no pareció tan malo. Puede parecer una tontería, lo sé. Pero ¿qué más da? Sí, lo he aceptado. Al igual piensan que estoy loca, pero lo he aceptado. Ayer bajé a tomar un café con Juan justo antes de terminar el trabajo. Y estuvimos hablando. Y llorando. Le expliqué que necesito a alguien que me quiera, que necesito sentirme querida. Algo que no necesitaba hasta no hace demasiado tiempo, pero que de repente se ha convertido en una necesidad. Él me explicó que me quiere, que me quiere con ese cariño que se le tiene a las personas que son especiales para nosotros, pero no con ése otro que se necesita para hablar de amor. Me explicó que difruta de los momentos conmigo, que no quiere renunciar a ellos. Pero que no puede prometerme amor.

¿Qué hay de malo en mí?

Está empezando a costarme escribir este blog. Es extraño. Supongo que se debe a tener demasiadas cosas en la cabeza. A que cuando las cosas van mal no apetece hablar sobre ellas porque nos hieren aún más y a que cuando, dentro de lo mal, empiezan a ir bien, no queremos hablar sobre ello por si lo gafamos. No sé, es una teoría tan sólo. Así han ido. Mal y bien y mal otra vez. He tenido unos cuantos días radiantes. ¡Qué difícil es hablar en este instante de días radiantes! Pero, sí, los hubo. Justo después de decir que me iba de la empresa me inundó una paz radiante que se desprendía por cada poro de mi piel. No sé bien por qué. Supongo que por la paz que da haber tomado una decisión, por dolorosa que ésta sea. Sí, también era por él, porque estaba él, Juan. ¿Cómo he podido enamorarme de él de esta manera? Lo vi venir, pero resultaba tan inverosimil que pudiera pasar que me relajé y acabó pasando. Quizás deseaba que pasara. Lo necesitaba. Hemos tenido unos días maravillosos. Llamadas, mi

Tic tac

Lo sabía... Sabía que no había mucho tiempo. Hoy llegó la oferta. Hace a penas una hora. Acabo de salir del despacho del director y aún tengo los ojos encharcados en lágrimas. Me voy. Ya está dicho. Pero cómo duele... Cómo duele...

Época de incertidumbres y temores varios...

Creo que estoy viviendo uno de los momentos de mayor incertidumbre de toda mi vida. Es curioso, con la cantidad de cosas que me han pasado en la vida, ¿no? En los últimos ocho años he vivido en cinco ciudades diferentes de toda España. He trabajado en cervecerías, pubs, restaurantes, hamburgueserías… He sido acomodadora en un cine, he vendido seguros, he vendido máquinas para pulir el suelo (bueno, lo intenté, pero no vendí ni una)… Todo eso para llegar a ser quien soy. Todo eso para poderme pagar los estudios y terminar, al fin, trabajando con todos los derechos en la profesión que ha sido mi sueño desde que me acerqué a ella hace hoy ocho años. En ella he pasado por toda clase de empresas, de departamentos, de jefes, de compañeros. Hasta que, por fin, llegué aquí, a esta empresa. Y hasta hace a penas unos meses no podía creerme la suerte que tenía. Unos compañeros formidables que han acabado convirtiéndose en amigos. Unos jefes que jamás pensé que podrían existir, a los que me he dad