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Mostrando entradas de junio, 2008

¿A él o al amor?

Le echo de menos. O eso creo. No sé si le echo de menos a él o simplemente echo de menos las sensaciones que él me produce: el cosquilleo en el estómago, la ilusión de escucharle decirme un piropo, la excitación de nuestras miradas furtivas, el morbo de hablar abiertamente de nosotros sin que nadie sepa que lo estamos haciendo realmente... Todo eso que ha sido en las últimas semanas nuestra relación. Pero todo eso ha acabado. Cuando regrese es probable que un muro de frialdad se haya instalado entre la pantalla de su ordenador y la mía. Tan cerca y tan lejos. Es probable y también deseable para la estabilidad de mis emociones, lo sé. Pero no puedo evitar recordar de un modo entrañable y a la vez angustioso todos los sentimientos que llegó a provocarme en tan sólo unos días. ¿Es él realmente quien me provoca todo eso? ¿No será mi sentimiento de soledad clamando por emociones? Hace tanto que no siento de verdad... Con él podía haber llegado a hacerlo, pero no hubo tiempo... A penas empec

Adicta a mi vida

Esto de estar a 2.000 kilómetros de distancia, de nuevo en esta sobria y señorial ciudad, me está haciendo sentir de un modo muy extraño. Ya sólo quedan un par de días para volver. El próximo viernes estaré aterrizando en mi adorada ciudad con mar. Sin embargo, tengo la extraña (y quizás estúpida) sensación de que a mi vuelta tampoco va a ser nada como antes... Es una tontería pensar así, cuando tan sólo habré estado fuera dos semanas. Pero, me siento tan ridícula. No sé por qué me ha invadido este sentimiento de ridiculez absoluta, pero lo cierto es que así me siento: ridícula. El hecho de no haber desconectado casi ningún día del trabajo, de haber llamado continuamente o de haberme conectado por el skype con la oficina cada dos por tres, me hace sentir ahora como una idiota. No puedo quitarme de la cabeza la idea de que deben haberse dado cuenta de que no tengo más vida que esas cuatro paredes, de que todo mi mundo gira alrededor de mi trabajo, mis compañeros de trabajo, los amigos y

El agridulce del regreso fugaz

Siempre que vuelvo a un lugar y tengo que reencontrarme con gente a la que hace mucho que no veo se me pone un nudo en el estómago. Me da por pensar en cómo me verán y me obsesiona que sea mejor que cuando me fui. Al principio pensaba que esto sólo me pasaba con mi pueblo. Y entraba dentro de la lógica. Hace ya diez años que salí de mi pueblo y lo hice odiando y siendo odiada... sobre todo por mí misma. Estos diez años han sido un camino hacia el reencuentro conmigo misma. Un camino que ha costado mucho atravesar. En su travesía hubo momentos de retorno y siempre me obsesionaba que al encontrarme con personas de mi pasado éstas me vieran mejor que la vez anterior, que me vieran bien, sonriente, guapa, feliz. Pero luego llegó el regreso a la ciudad universitaria en la que cursé mi primera carrera, después de haberme trasladado a Madrid para estudiar la segunda. Y entonces volvía a pasarme. Quería que mis antiguos compañeros de facultad y de fiestas me vieran siempre mejor. Después llegó

¿Un impulso?

Anoche me llamó TS. Ayer fue el único día desde que llegué que no le llamé y lo hizo él, a las 2.30 de la madrugada. Estuve fría con él. Me llamó para preguntarme la dirección de mi casa porque se iba a quedar en ella una compañera. Se la di. Luego me contó que habían salido todos los de la oficina, incluido el director, que había una juerga estupenda por las fiestas de la ciudad y que se me echaba de menos por allí. "Se te echa de menos por aquí, se comenta", dijo con su particular forma de hablar. Me hizo mucha gracia el acento vasco que se le pone borracho. No me había dado cuenta hasta anoche. Supongo que porque es la primera vez que le escucho hablar borracho sin estarlo yo. Me preguntó si estaba durmiendo sola o acompañada. "Acompañada", mentí. ¿Por qué mentí? No lo sé. Me salió solo. Supongo que por fastidiar. No sé. Luego me dijo que lo sentía. Supuse que por llamar a esas horas y contesté: "no pasa nada". Entonces especificó: "no, que lo sien

Demasiado, pero con una sonrisa...

Son demasiadas las cosas que me rondan la cabeza. Por eso no he escrito hasta ahora, porque no sé cuál de mis inquietudes contaros. ¿Os cuento que TS sigue decepcionándome aún en la distancia? ¿Que entre mi ex y yo no queda más que una maravillosa amistad por mucho que yo quiera empeñarme en lo contrario? ¿O que mi mejor amiga me agobia y me aterra la idea de irme con ella de vacaciones? ¿O que soy adicta al trabajo y he sido incapaz de desconectar un sólo día de la oficina a pesar de estar a 2.000 kilómetros? Pues sí, TS sigue decepcionándome: no ha sido capaz de acercarse a casa a ver cómo estaba Lolita (mi gata), a pesar de que le pedí por favor que lo hiciera porque no confiaba en que Fanny lo hubiera hecho. Y encima no he parado de llamarle. Por ese motivo, no por otro. Pero no he parado de llamarle desde que llegué y debe pensar que es porque estoy loca por él. Y me aterra volver y enfrentarme a su indiferencia o tratar de fingir la mía (no, no, fingir no, me ha dicho mi psicólog

No soy yo demasiado de enfadarme

No. No sirvo para enfadarme. Yo no puedo ser tan dura con la gente como Fanny. Sólo cuando alguien me demuestra que realmente ha actuado de mala fe, con malos sentimientos, sólo entonces soy capaz de alejarme completamente de esa persona. Pero no es el caso. Ella piensa que soy demasiado blanda, yo que ella es demasiado dura. Aunque no se lo he dicho. El caso es que no puedo enfadarme con tanta dureza con TS como ella espera de mí. Sí, me ha hecho daño. Mucho daño. Me ha hecho sentir una mierda. Pero no considero que lo haya hecho intencionadamente. Es cierto que no se ha parado ni por un segundo a valorar mis sentimientos. Es cierto que ha sido egoísta y que ha actuado como un crío inmaduro. Pero no considero que sea mala persona. Creo que las acciones no se pueden valorar aisladas de su contexto, que cada actuación forma parte de un todo y que, en este caso, algo también ha tenido que ver mi manía por esconderme, por presentarme al mundo como una mujer fría, frívola y práctica. Una

Decepcionada

Me voy. Gracias al cielo que me voy. Necesito irme. Lo cierto es que todo esto ha ocurrido en el mejor momento posible. ¡Qué duro sería tener que ir a trabajar mañana después de todo lo ocurrido este fin de semana! ¡Cómo ha conseguido decepcionarme! ¿Qué le costaba tomarse un café conmigo ayer? ¿Qué le costaba llamarme para tener una charla o llevarme hoy al aeropuerto? No. Él ha preferido esconderse, huir de cualquier conversación que pueda poner en el brete a su conciencia. Ha preferido poner en peligro nuestra amistad. Ahora me voy y así van a quedar las cosas, con este mal sabor de boca. Y sé que a mi vuelta ya nada volverá a ser lo mismo. Porque yo ya no puedo aceptar que sea lo mismo. Todo podía haber quedado en una pequeña decepción fruto de mi inconsciencia o de mi vulnerabilidad. Podía haber quedado en que la culpa es mía por enamorarme a destiempo de quien no debo, a pesar de haber tenido claro desde el principio su posición y su postura. Habría quedado así si ayer cuando le

Un poco de enfado, por favor

No me concentro. Estoy en la oficina, intentando terminar los temas de fin de semana. Y no me concentro. No se me va de la cabeza. Él, ella... Al conectar el ordenador del trabajo he visto que me contestó por el gtalk al sms que le mandé al móvil. Yo le decía "te desconectaste, ¿qué pasó? ¿se despertó". Su respuesta: "no, sonó el teléfono, pero estaba en la cama". ¿Estaba o está? ¿Estarán aún juntos? ¿Y qué más me da? ¿Por qué me planteo estas cuestiones? Fanny tiene razón. Debería estar enfadada. Debería enfadarme aunque sólo sea para mí misma. Pero no puedo. No me sale. Estoy demasiado ocupada autocompadeciéndome para tener tiempo de enfadarme. Estoy demasiado triste, angustiada, con demasiado sentimiento de soledad y de decepción, para enfadarme. Quiero saber de él. Quiero saber que, al menos, tiene razón Fanny en su opinión de que él también siente pero se lo prohibe. Pero no lo tengo claro. No llama. No sé qué hace. Y me muero de ganas por hacerlo yo. Pero no p

Dolida

¡Qué difíciles son los sentimientos! ¡Cómo se burlan de nosotros! A veces me da por sorprenderme por ello. ¿Cómo es posible que nuestro cuerpo se resienta por lo que vive nuestra mente? Dolor de estómago, angustia en el pecho... No deja de resultarme curioso que se pueda sentir dolor físico por males psicológicos. Así estoy hoy. Y me durará. Un par de días quizás, espero que no mucho más. Anoche lo hice bien. Pero eso no quita que siga doliéndome mucho el pecho. Cuando vi como le daba un pico delante de mí, no pude soportarlo más. Me tenía que ir. Podía haberme quedado, podía haber luchado un poco como hacía ella cada vez que veía que me acercaba a él. Pero no estoy en esas. No. Lo mejor era irme y dejarle hacer. Es su momento, tiene que disfrutar, pasárselo bien. Y yo no puedo acapararle, porque me sentiría peor que ahora y porque además me arriesgaría a perder a un buen amigo. Pero duele. Duele bastante saber que se acostó con ella, pensar que aún debe estar en su casa y que probable

¿Enganchados?

¡Él también está enganchado! Eso ha dicho, ¿no? Que está enganchado. Si no sería incomprensible que me llame a la una y media de la mañana para contarme lo bonitas que son las estrellas en su pueblo. Le he dicho que viniera y me ha dicho que estoy enganchada, le he llamado prepotente y me ha dicho que no, que él también está enganchado... ¿Estamos enganchados? Dios mío. Luego le he recordado la cena de mañana y me ha dicho que no podría, que el viernes. Le he dicho que no, que el viernes salgo con mis amigos. Luego que el sábado y le he recordado que ya estaré de viaje. Entonces me ha explicado por qué mañana no puede. Al final la cosa ha quedado entre un "almuerzo" rápido mañana a medio día, vernos después de su cena o... que las dos semanas que voy a pasar fuera decidan sobre nosotros... ¡Dios mío! ¡Enganchados! No, no, no puede ser, no puede ser...

Un 3/4A-4C de la 4º raza

¿Cómo me he podido dejar arrastrar de esta manera? Pero, claro, ¿quién me iba a decir a mí que me iba a encontrar con esto? ¿Quién me iba a decir a mí que TS iba a ser justo de la cuarta raza ? Sí, justo, la más desalentadoramente imposible de todas. Y para colmo es un especimen 3/4A-4C de la cuarta raza , la fórmula perfecta para volverme loca y perder el corazón en el camino. No entendéis nada, ¿verdad? Me explico. En el mundo existen tres razas habituales de hombre para mi edad: 1. Los casados infieles 2. Los novios infieles (en realidad podrían incluirse en la misma categoría, pero tienen sus matices, créanme, los segundos suelen ser más depravados que los primeros aunque no lo creáis) y 3. Los tarados (léase por tarados todos los feos, bajitos, simples, engreídos, o locos de remate -estos últimos son los más abundantes de esta raza-). Luego, en menor abundancia están la cuarta y la quinta raza (ordenadas por número de especímenes vivos). TS pertenece a la cuarta, también conocida

Pragmatismo vs. Empirismo

La estoy cagando... La estoy cagando muchísimo. No le dejo en paz. Soy una pesada. Y él pasa, pasa mucho de mí. Debería entenderlo. Yo también dejé una relación hace un año. ¿Y cómo veía a los hombres recién dejada aquella relación? Como entretenimientos. Los usaba y poco más. Y me agobiaba si pretendían verme cuando yo no se los había pedido. Él debe verme así... Es lo lógico. Tengo que relajarme. Tengo que olvidarme. Buscar a otro. No ha sido buena idea pensar en él como amante habitual. Debí darme cuenta antes. No se puede tener como amante habitual a alguien a quien ves a diario. Porque si no te gusta lo suficiente, acaba agobiándote, y si te gusta lo suficiente, acabas enganchándote... Es un riesgo que no sopesé en su momento. Ya lo hablamos la otra noche, él es pragmático, yo empirista... Así nos va... Venga Judi, ponte a trabajar un poco, deja de mirarle y ponte a trabajar...

Sí que me pico, sí

¡Dios! ¡Qué duro! Es muy duro estar aquí, con él delante mandándome mensajitos por el Skype y yo tratando de aguantar el tipo. "No pasa nada, Judi. Que no se te note, que no te afecte". Y él: "estás celosa", me dice. Y tiene razón. Y yo, "si hombre, ya quisieras". Y él, "en el fondo me gusta que te piques un poco". Y yo, "¿quién te ha dicho que estoy picada? Sólo estoy de coña". Pero estoy segura de que no me cree... "No me ha dicho nadie que te picas, pero me gusta tu cara cuando te digo estas cosas, aunque no te piques"... Y mí me encanta que él me diga esas cosas, aunque anoche estuviera con otra...

Durmió fuera...

Eso me dijo nada más llegar, que anoche había dormido fuera. "Una cosa que me cuadró", me dijo. Y me molestó. Sí. Mucho. Joder... Estoy sintiendo... No puede ser... ¡Me molestó! ¿Por qué me molestó? Joder. Sí, mierda, me gusta. Me gusta más de lo que pensaba. No tengo ni idea de por qué. Es bajito, normalillo... Pero, me gusta. Me gusta su voz, me gusta como habla, me gusta cómo trabaja su mente... Y durmió fuera de casa. Y no sé con quién. Y me dolió. Mucho...

¿Autosuficiente, resolutiva? ¿No será tan sólo vanidad?

"No te veo poniéndote tonta a ti, ¡eh! Tú, tan autosuficiente, tan resolutiva... No te veo". Eso me dijo. Aún estoy en estado de shock. Pues va a ser verdad que uno consigue que los demás te vean como quieres que te vean. ¿O es que acaso es cierto que soy autosuficiente y resolutiva? Es, sin duda, lo que me gustaría ser. Pero es difícil verse a una misma de ese modo. Yo aún tiendo a verme débil, dependiente, mimosa... Supongo que en la mezcla de ambas caras se encuentra la verdadera Judi. Una Judi que arrastra en la memoria sus períodos de dependencia y debilidad, que sigue siendo la mimosa de siempre, pero que se esfuerza día a día por su autosuficiencia y por ser resolutiva. Ninguno somos una sola cosa, ni somos siempre del mismo modo. No existen las definiciones absolutas para la personalidad. Aún así me sorprendió su comentario. ¿Tan extraño le parece que me ponga un poco tonta por teléfono después de haber pasado toda la noche y parte del día haciendo el amor? Cierto era

La impresión que das, la impresión que emanas

Nunca he podido olvidar una lección que aprendí en Teoría de la Comunicación. Era una teoría llamada La impresión que das, la impresión que emanas. Recuerdo que me llamó mucho la atención aquella teoría y que fue una de la que mejor aprendí de aquella asignatura. Hablaba de la diferencia entre lo que el sujeto quiere y se esfuerza por mostrar de sí mismo (la impresión que das) y lo que realmente muestra (la impresión que emanas) y cómo ambas pueden percibirse en una comunicación. A todos nos ha pasado alguna vez que estamos hablando con alguien y nos damos cuenta de que existe una gran diferencia entre lo que esa persona quiere hacernos creer de sí misma y lo que realmente es. Yo creo que estoy obsesionada con que eso pueda ocurrirme a mí. Al menos en algunas situaciones me siento realmente observada y siento miedo de que mis interlocutores de ese momento puedan darse cuenta de que en realidad no soy lo que quiero mostrarles que soy. Supongo que es una sensación normal en una persona q

Feliz con poco

En realidad, se necesita tan poco para que cambie nuestro estado de ánimo y pasemos de sentirnos el patito feo a sentir que nos comemos el mundo. Egocentrismo. Sí. Puede ser eso. Lo cierto es que con poco que alguien cercano o querido nos endulce los oídos, nos da para limpiar de miedos y angustias el estómago. Hoy ha sido uno de esos días. La mañana no empezó del todo mal. Una rueda de prensa con mucho hombre cerca, tras la que me convertí sin querer en el centro de atención. Pantalón blanco, camiseta roja, el pelo suelto y el tono dorado de un fin de semana de playa parece que fueron suficientes para que me endulzaran los oídos a primera hora de la mañana. Yo muy digna, eso sí, ¡eh! Luego la cosa empeoró. En el Ayuntamiento me encontré con el Turichuli. Me dio un besazo de los sonoros mientras me asía un segundo por el brazo. Estuvo agradable. Pero yo me quería morir. Aguanté el tipo, porque trabajo es trabajo y era necesario que aguantara el tipo. Pero me quería morir. Sin embargo p

Ser o no ser

La verdad, no sé de qué me quejo. Me ha dado por pensarlo ahora. Cuando era pequeña siempre soñaba con ser una mujer independiente. Miraba a mi tía, la médico, y soñaba con ser como ella: tener mi propio apartamento, mi coche, mi vida. Tener muchos amigos, viajar mucho, vivir sola. Luego con los años le entran a una, quién sabe por qué, los fantasmitas en la cabeza de "te vas a quedar sola", "nunca vas a tener hijos", "¿Qué pasará cuando seas vieja?"... Y se empeña una en enamorarse... Sí, que a veces pasa solo. Pero cuando no pasa nos sentimos raras también porque no pasa. Miramos a nuestro alrededor y nos vienen de nuevo todas esas falacias que de niña escuchaba cuando decía que quería ser como mi tía... Muchos años de habladurías acabaron por fijar como si de una realidad se tratase la condición sexual de mi tía. "Lesbiana", escuchaba decir a mi padre con desprecio cada vez que tenía alguna bronca con su hermana... Yo crecí convencida de que,

Un día excitante

Dije que no iba a salir y no lo he hecho. Al menos por la noche. Pero eso no quita para que siga introduciendo locuras a mi vida. Lo de hoy, sin embargo, ha estado bien a pesar de ser una de las locuras más grandes que he hecho nunca. ¡Me he acostado con un compañero de trabajo en la oficina! Llevábamos un par de meses de tira y afloja. De hecho ya habíamos tenido un encuentro fugaz una noche en mi casa. Pero los dos preferimos olvidarlo por ser compañeros de trabajo y todo eso. Sin embargo, la tensión ha permanecido y quizás se ha ido haciendo más fuerte. Y esta mañana estalló. Yo había ido temprano a cerrar temas del fin de semana que había dejado abiertos. Quise ir temprano para luego irme a la playa. Él me dijo que también iría pronto. Llegó como a las doce, con un par de cafés y ya empezamos a hacer el tonto. Que si estás muy cerca, que si esa falda. Y bueno, acabó la cosa como tenía que acabar. ¡Menos mal que no llegó nadie! Pero fue tan excitante... Hasta me he olvidado totalmen