Hay momentos en la vida de toda persona en los que no queda más remedio que conformarse con lo que hay. Un trabajo temporal, una casa temporal, una ciudad temporal, ¿un amor temporal? Hoy leí en un blog literario un texto que habla de ello. Amor temporal, y no pareció tan malo. Puede parecer una tontería, lo sé. Pero ¿qué más da? Sí, lo he aceptado. Al igual piensan que estoy loca, pero lo he aceptado.
Ayer bajé a tomar un café con Juan justo antes de terminar el trabajo. Y estuvimos hablando. Y llorando. Le expliqué que necesito a alguien que me quiera, que necesito sentirme querida. Algo que no necesitaba hasta no hace demasiado tiempo, pero que de repente se ha convertido en una necesidad.
Él me explicó que me quiere, que me quiere con ese cariño que se le tiene a las personas que son especiales para nosotros, pero no con ése otro que se necesita para hablar de amor. Me explicó que difruta de los momentos conmigo, que no quiere renunciar a ellos. Pero que no puede prometerme amor. Me explicó que está muy tocado, al fin me contó lo que pasó con su exnovia, cómo le hizo llegar hasta las nubes para, desde allí, darle un puntapié que le enviara de bruces contra el suelo. Y entendí que esté tocado. Que, de momento, sólo pueda sufrir por ella. Y lo acepté.
Primero le dije que seríamos amigos y solo amigos. Pero me retracté. Y cinco minutos más tarde nos estábamos besando. Sí. Ya sé que es una locura. Pero le necesito. Si no hay nada mejor, le necesito a él. Si no puedo tenerle completamente, al menos que sea de forma temporal. Pero no tengo fuerzas ahora mismo para volver a quedarme sola.
¿Estoy loca?
No lo sé. Es posible que lo esté. Siempre lo estuve.
En cualquier caso, me siento mejor así que renunciando a él.
Les seguiré contando.
Ayer bajé a tomar un café con Juan justo antes de terminar el trabajo. Y estuvimos hablando. Y llorando. Le expliqué que necesito a alguien que me quiera, que necesito sentirme querida. Algo que no necesitaba hasta no hace demasiado tiempo, pero que de repente se ha convertido en una necesidad.
Él me explicó que me quiere, que me quiere con ese cariño que se le tiene a las personas que son especiales para nosotros, pero no con ése otro que se necesita para hablar de amor. Me explicó que difruta de los momentos conmigo, que no quiere renunciar a ellos. Pero que no puede prometerme amor. Me explicó que está muy tocado, al fin me contó lo que pasó con su exnovia, cómo le hizo llegar hasta las nubes para, desde allí, darle un puntapié que le enviara de bruces contra el suelo. Y entendí que esté tocado. Que, de momento, sólo pueda sufrir por ella. Y lo acepté.
Primero le dije que seríamos amigos y solo amigos. Pero me retracté. Y cinco minutos más tarde nos estábamos besando. Sí. Ya sé que es una locura. Pero le necesito. Si no hay nada mejor, le necesito a él. Si no puedo tenerle completamente, al menos que sea de forma temporal. Pero no tengo fuerzas ahora mismo para volver a quedarme sola.
¿Estoy loca?
No lo sé. Es posible que lo esté. Siempre lo estuve.
En cualquier caso, me siento mejor así que renunciando a él.
Les seguiré contando.
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