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Decisión y contra-decisión

¿Qué es lo que pasa conmigo? ¿Soy tonta? ¿No escarmiento? ¿O es que soy masoquista? Sí, he vuelto a acostarme con Juan. Pero no ha sido una simple recaída y ya está... No hemos dejado de acostarnos desde que lo dejamos. Cada vez que viene a la ciudad hay una buena excusa para vernos... Tomamos algo y... Y si le digo que no, si alguna vez cojo fuerzas y le digo que no, me llama cuando acaba la juerga con sus amigos, a eso de las seis de la madrugada, y yo, no es que no le diga que no, es que ni siquiera le dejo preguntar y ya le estoy abriendo la puerta y (como dice mi amigo Richard) las piernas...

La semana pasada intenté plantarme. Soy muy valiente y muy sensata yo hablando por teléfono. Estaba enfadada porque el domingo pasado habíamos quedado, porque tenía que darme unos papeles para el abogado del sindicato y no apareció. Entonces me dijo que no había quedado conmigo porque me veía muy insistente y que tiene miedo de que yo piense que vamos a volver. Entré en cólera. No le dije nada en ese momento, pero entré en cólera.

Un par de minutos más tarde le reenvié el mensaje de texto que me había mandado él al móvil ese sábado. Mi tía y mi prima estaban quedándose en casa y él lo sabía. "Qué pena que estés acompañada, me apetecía mucho que jugáramos esta noche", fue lo que me mandó a las cinco de la mañana del sábado. En mi mensaje le recordaba estas palabras y le decía que no se le ocurriera volverme a escribir algo así si luego iba a venirme con la monserga de que no quiere que yo me haga ilusiones...

Estaba indignada. Al día siguiente hablamos por teléfono. Temas laborales. Y al final de la conversación volvió a surgir el tema. Le dije que si quería que siguiéramos manteniendo una relación cordial, por el bien de nuestras amistades comunes y el resto de cosas que nos unen, que me dejara ya seguir mi vida. Me prometió que lo haría.

Este sábado me llamó para pasar por casa a dejar los papeles que no me había dado el domingo anterior. Subió un momento, me explicó cada cosa y nos fuimos porque a ambos nos esperaban. Un rato después coincidíamos en el mismo concierto. Se quedó un rato en los alrededores hablando con nuestro antiguo jefe y saludando. Poco después se fue con sus amigos y no nos volvimos a ver. Yo fui a mis sitios de siempre y él a los suyos...

Cuatro cubatas más tarde, aburrida como una ostra entre sorbo y sorbo, y rodeada de cuatro parejitas de amigos, la idiotez fue más fuerte que yo. Y le mandé un mensaje. Simple, claro y totalmente masoquista: "Pásate luego por casa".

A las cinco de la mañana, cuando ya estaba pagando en el local para irme a casa, sonó el teléfono. "¿Estás segura del mensaje?". "No me hagas pensar y vente, sí". Diez minutos después estábamos enganchados. Y, como siempre, me hizo ver las estrellas...

Creo que es uno de los mayores problemas que tengo para desengancharme de él... Es extremadamente bueno en la cama. El mejor que he conocido en mi vida. El sexo con él son horas y horas de subir bajar, a un lado, al otro, en el sofá, en la mesa, en la cama, en el suelo, de pie...

Por la mañana se fue. No recuerdo siquiera que hora era. Creo que aún estaba borracha. Sólo recuerdo que le di un beso y farfullé un "te quiero" entre las sábanas.

No volvimos a hablar hasta hoy. Y la conversación fue tan aséptica como amistosa.

¿Será cuestión de sexo lo que me ocurre con él? He llegado a pensarlo. Que quizás no es amor... Siempre tuve dudas de que lo fuera, al fin y al cabo... ¿No será sólo sexo? Una pasión de esas que te enganchan como si fueran una droga y no puedes desprenderte de ellas...

El caso es que, por mucho que quiera cerrar esta historia, por mucho que me diga a mí misma que tengo que pasar página, que tengo que olvidarme, seguir adelante y, sí, ¿por qué no? Tirarme a otro lo antes posible... Por mucho que lo tenga claro, no lo consigo.

Me decía por aquí el amigo "amor" en un comentario que cuando uno toma una decisión es porque es la mejor decisión posible. Pero, ¿cuál era la decisión buena? ¿La que tomé cuando decidí decirle que no me buscara más sexualmente? ¿O la que tomé un par de días después cuando le invité una vez más a venir a casa?...

Supongo que el problema radica precisamente en que no fui yo quien tomó la decisión de que esta relación terminara... Y siempre he sido bastante difícil para asumir que otros tengan la última palabra...

Nos seguimos leyendo...

Comentarios

El amor era esto ha dicho que…
A ver, Judi, las dos decisiones son buenas, las dos cuando las decidistes eran las mejoes posibles, ya está.

Mira, la frase que más me ha ayudado y no sé si la he puesto aquí antes o en mi blog es:

Tienes el mismo derecho a comerte un bocadillo de jamón que uno de mortadela. Es decir puedes elegir desde el miedo con el mismo derecho que desde la valentía, puedes elegir a este tío en lugar de a un tío que te trate de una forma más sana.

Es fácil, la teoría, difícil la práctica, lo sé, pero eso sí, no sientas remordimientos, eres humana, tomas decisiones continuamente, no se sabe el resultado a priori, así que ya está no te atormentes.

Es básico y esencial que entiendas que cuando satisfaces unas necesidades, la de sentirte querida en este caso, abandonas otra, la de sentirte respetada, pero tienes derecho a elegir como el jamón y la mortadela.

Eso sí, espero que elijas más jamón y menos mortadela, porque yo me he inflado de esta última :)

Saludos!

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