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29

Dentro de exactamente ocho días dejaré de ser joven... Al menos eso dicen los del banco, que me retiran la tarjeta joven, la cuenta joven y creo que se disponen a hacerme pagar todos los intereses que, según ellos, debo haberme ahorrado estos años.

Y, sabéis qué, aunque me cueste reconocerlo (porque yo siempre voy por ahí de "no me quiero casar" y de "los hombres van y vienen"), lo cierto es que nunca pensé que llegaría sola a los 29 años. O miento. Sí, lo pensé, lo pensé mil veces, pero como uno de esos pensamientos que una tiene en momentos de baja autoestima y cree que jamás va a encontrar a la persona adecuada.

Hoy el pensamiento cobra vida, ya que, a no ser que mi príncipe azul (o violeta, o gris, lo mismo me da ya) aparezca a la vuelta de la esquina en menos de una semana, el próximo día 15 se confirmará el mal presagio...

No sé si decir que eso me asusta... La verdad es que es una tontería absoluta, el amor llega cuando llega, si es que llega... Creo... Pero, no sé, supongo que tengo miedo.

Estas últimas semanas han sido bastante raras, melancólicas, tristes... Me tomé 15 días de vacaciones en el trabajo, aunque no me fui a ninguna parte. Pedí un adelanto de la paga extra y aproveché para cambiar la tarima flotante del piso, que ya vuelve a ser habitable tras un año de vivir entre tablas hinchadas y corroídas por el agua de la inundación que provoqué hace más o menos ese tiempo.

También vino mi ex -no Juan, sino el anterior, buscad para atrás que ya hablé de él el verano pasado-. Le invité a venirse unos días a ver si me subía el ánimo. Y no, no como pensáis. Entre él y yo es imposible que vuelva a haber nada. No sé por qué, pero tras tres años y medio de relación, lo nuestro se convirtió en una bonita amistad y una apacible convivencia... Sin sexo, por supuesto. ¿Por qué pasó? Siempre me lo he preguntado. Es guapo, inteligente, me entiende, me apoya y me respeta como nadie... Pero no me ama. Y yo tampoco a él. Es una pena, sobre todo para mi madre, que aún no lo supera.

El caso es que tampoco me sirvió de mucho que viniera. Esperaba que estuviera más cercano, más cariñoso, que me mimara un poco. Pero no fue así. No sé si es que yo le he idealizado o simplemente que el tiempo y la distancia cambian las relaciones que tenemos con las personas y cuando queremos rescatar del baúl viejos sentimientos (y con esto no me refiero a amor sino a cariño) a veces éste está desentrenado y no surge como nos gustaría.

Justo el día que ya se iba hubo una barbacoa con gente de mi profesión. Y vino Juan, por supuesto. Y ese día me acosté con él... otra vez. Lo peor es que lo teníamos planeado (lo cual no significa que yo lo tuviera meditado, tal y como tuve que explicarle a Fanny al día siguiente). No nos lo habíamos dicho con palabras exactas, pero, vamos, habíamos hablado por teléfono varias veces y no era difícil intuir que él quería y que yo no iba a negarme.

Ni siquiera cambió la cosa con la decisión de mi ex (creo que debería ponerle un nombre para diferenciarle, ¿no? ¿Qué tal Santi? Venga pues ése), Santi, de no irse ese día tal y como estaba previsto, impidió que acabara en la cama con Juan.

Santi se cogió un pedo impresionante, yo tampoco estaba muy fina y no podía conducir. Total que Juan acabó al volante no sé ya ni cómo. Traimos a Santi a casa, pero él con su pedo y sus paranoias se empeñó en que lo llevara a casa de Fanny que yo podía ligar esa noche... Creo que se dio cuenta de que Juan y yo tonteábamos...

Juan vio el campo abierto y no tardó ni diez minutos en besarme después de dejar a Santi en la cama... Ya os imaginaréis cómo acabó la historia... Ni siquiera se quedó a desayunar...

Ayer volvió a llamarme. Estaba de nuevo en la ciudad. Había salido la noche anterior con sus amigos y me quería invitar a una hamburguesa (costumbre de resacas) y luego llevarme a un sitio para darme mi regalo de cumpleaños, pues ya no vuelve hasta octubre por lo menos (o eso dijo...).

Cuando llegó a casa yo estaba en la ducha. Le tiré las llaves por la ventana y volví al baño. Él entró en casa fue al baño, yo estaba terminando de secarme, él entró y... también os lo imagináis, ¿no?

¿Por qué lo hago? ¿Por qué no consigo resistirme? Lo peor es que luego me quedo hecha un trapo, vacía y me hincho a llorar...

Encima, esta vez fue tan dulce, tan despacio, tan...

Al terminar nos vestimos y nos fuimos a comer. Mientras terminábamos la hamburguesa lo llamaron de la peluquería porque tenían un hueco. Quedó en llamarme al salir. A las cinco no había llamado y lo hice yo. Se había olvidado de que quería darme mi regalo...

Le dije que lo dejara, que daba igual... Pero al final insistió en venir a buscarme. Me llevó a una tienda de muebles cerca de casa. Quería que eligiera una lámpara. Pero en esa tienda no hay lámparas. Luego dijo de ir a Ikea, pero yo no tenía ánimos... Acababa de enterarme que a mi madre la han despedido...

Le pedí que me acompañara a tomar una cerveza y estuvimos hablando. Le estuve contando cómo me siento, que últimamente tengo ganas de llorar todo el tiempo, que no me encuentro a mí misma, que no sé por dónde tirar ni cómo salir de este estado, que lo que necesito es volver a terapia pero no me alcanza el sueldo para pagarlo y la seguridad social tarda meses en darte una cita...

Lloré y le expliqué mi teoría de los cinco pilares. Creo que no os la he contado nunca. En realidad no es mía del todo, surge de las cosas que me decía mi psicóloga cuando iba a terapia. Ella siempre hablaba que todo ser humano necesita una serie de pilares psicológicos para estar estable y que si estos se caen es muy difícil que nuestro edificio se mantenga en pie. Yo tengo la teoría de que esos pilares son cinco, aunque no sé si son los pilares que necesita todo el mundo o sólo los que necesito yo: la salud, la familia, el trabajo, los amigos y el amor.

Con cinco pilares se es una persona sólida estable y hasta feliz. Con sólo cuatro de ellos uno no es totalmente feliz y estable (si es que eso existe) pero puede sostenerse muy bien. Con tres se tambaléa un poco, pero aguanta. Con dos (depende de dónde estén colocados) uno puede mantenerse en pie pero al más mínimo golpe de aire se viene abajo. Con uno está totalmente hundido.

Yo en este momento puede decirse que tengo sólo dos pilares y uno de ellos no es todo lo consistente que me gustaría. El amor ya sabéis cómo va. La única familia que tengo es mi madre que vive a miles de kilómetros y que me hace caso cuando puede y se acuerda. De mi trabajo creo que ya sabéis bastante (mi jefe es un hijo de perra, cobro una mierda y ni siquiera termina de gustarme lo que hago). Así que me queda la salud y los amigos, y éstos últimos por momentos. Por ejemplo, con Fanny he decidido que nos demos un tiempo porque empiezo a no soportar sus intentos de monopolizarme. Con el resto muy bien, pero bueno, que como he dicho, con sólo dos pilares basta un golpe de viento para caerme.

Todo este rollo patatero se lo expliqué a Juan. Creo que lo entendió, aunque no lo sé. Finalmente acabé diciéndole que estoy demasiado débil para decirle que no cuando viene buscando sexo a mi casa. Que estoy tan necesitada de cariño y tan estúpidamente enamorada de él que no puedo evitar rendirme cuando intenta besarme, a pesar de saber que según sale por la puerta no puedo parar de llorar. Creo que también lo entendió y me aseguró que no volvería a hacerlo. Y eso también dolió y me hizo llorar, pero supongo que es lo mejor...

En cualquier caso y en definitiva, aquí estoy, a punto de cumplir los 29 años siendo un edificio prácticamente en ruinas que no sé por dónde ni cómo comenzar a reconstruir...

Y soy tan ingenua, tan tonta, tan estúpidamente romántica, que acabo de ver una ñoña comedia romántica de chica traumatizada y rebelde que se enamora de tipo duro pero con corazón tierno y el amor vence al final; y no he podido evitar pensar que quizás algún día yo también lo encuentre...

Y sí, ya sé que me diréis que sí, que claro que lo encontraré. Pero, ¿y si no? ¿Cuándo tendré que empezar a darme por vencida y a asumir que no será así? ¿A los 30, a los 35, a los 40, a los 60? ¿Nunca? ¿Seré capaz de vivir amargada y sola esperando a que un día mi caballero aparezca montado a caballo para rescatarme de la soledad?

Sí, estoy hecha una ñoña...

Gracias por leer, amigos.

Comentarios

THARSY ha dicho que…
Hola Judy:

Felicidades adelantadas!! Yo cumplo años mañana, y si te sirve de consuelo voy a cumplir 31 y no tengo pareja, es algo que es imposible no pensar, pero si que te aseguro, que es algo que se que llegará, no me obsesiono con no tener pareja, prefiero ahora centrarme y disfrutar de la gente maravillosa que tengo en mi alrededor. Intenta ser feliz sin o con pareja y como hablas de los pilares, intenta reforzar otros, el amor ya se reforzará solo, cuando menos lo esperes.

Un beso enorme y se feliz!

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