Ir al contenido principal

Californication

Sigue acercándose el día: el maldito día de mi 29 cumpleaños. Hoy he enviado las invitaciones a la fiesta. Tupper-sex para ellas y fiesta a continuación para todos. Intenté hacerla lo más graciosa posible, aunque seguro que más de uno pensó que era una auténtica gilipollez de invitación. Es lo que pasa cuando uno intenta esconder su tristeza detrás de chistes fáciles... Creo que es algo que llevo haciendo toda mi vida... Cuando me siento demasiado hundida como para decir que estoy hundida, bromeo con mi propia desgracia... ¿No me creen? Pues echen un vistazo a lo que les he puesto a ellas:
"Hola a todas!

Les escribo porque el próximo día 15 de septiembre dejo de ser oficialmente joven. Al menos eso dicen los cabrones del banco, que ya me han llamado para decirme que mi cuenta joven pasa a ser normal y que ya no tengo descuentos en las comisiones con la tarjeta joven... Ya ven...

Para superarlo creo que necesito algo de... ummm.... sí: sexooo!!! jajajaja. Y como mi novio me ha dejado y eso de irme a la calle a buscar cualquier idiota calenturiento como que no me va ultimamente demasiado... he decidido que hay que buscarse amiguitos!!

Para conseguirlos, el sábado 19 de septiembre he organizado un divertido tupper-sex en mi casa y están todas invitadas. ¡¡¡Sólo para chicas eh!!! Será a partir de las 18 horas, pero pueden venirse un poquito antes para ir entrando en calor con unas cervecitas y estas cosas.

Luego, a partir de las 20 o 21 horas (cuando ya estemos calentitas jajaja) vendrán los hombres para la fiestita que he organizado y que durará hasta más o menos las 12 de la noche. Y luego, si sigue habiendo ganas, que seguro que sí, seguiremos la juerga por ahí para no molestar a los vecinos.

Si pueden confírmenme que pueden venir o no para saber decirle a la chica del maletín rojo (uuuhh) cuántas vamos a ser.

Un besote a todas y espero verlas allí."
Sí, lo sé. Suena frívolo y estúpido... Es en eso en lo que me convierto cuando no quiero que la gente se dé cuenta de lo vulnerable que me siento. Así soy yo.

Ahora mismo acabo de terminar de ver el capítulo piloto de Californication. Supongo que veré otro antes de dormirme, a pesar de que son las dos de la madrugada y de que a las nueve de la mañana tengo una reunión... Soy adicta a las series, eso ya es un hecho. Supongo que ayudan a no pensar. Pero claro, en cuanto se acaban vuelvo a darle vueltas a la cabeza y necesito ver otro capítulo para volver a desconectar. Otro capítulo que vuelve a acabarse y vuelve a dejarme dándole vueltas a la cabeza... y así en un bucle que suele acabar cerca de las seis de la madrugada, hora a la que por puro agotamiento o por insistencia conmigo misma consigo dormirme pensando en lo sola que me siento...

Calofirnication está bien por lo que he visto hasta el momento. Me habían dicho que era una serie demasiado masculina, pero, teniendo en cuenta que a mí me han tachado a menudo de ser también demasiado masculina, supongo que me va, ¿no?

Sobre todo me va porque me siento igual de frustrada que su protagonista... Un escritor que no puede escribir... ¿De qué me suena?

¿Recuerdan? Hace un año... Mentira... Hace un año y dos meses prometí en este mismo blog que en un año justamente, es decir, hace dos meses, tendría terminada la novela en la que llevo ya no sé ni el tiempo empantanada... ¿Cuántas páginas he avanzado desde entonces? Os lo digo: exactamente tres...

Señor... ¿Cómo carajo se salía de esto?

Sé que se sale. Lo he hecho antes. He vivido muchas cosas y siempre he acabado saliendo y encontrándome con épocas maravillosas de mi vida. Pero, ¿por qué siempre olvido cómo se conseguía?

En definitiva, aquí sigue una casi treintañera perdida en divagaciones y en autocompasión... Qué asco doy...

Un abrazo amigos. Nos vamos leyendo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cumpleaños

Mañana de cumpleaños. ¿Qué he hecho? Levantarme a toda prisa detrás de Juan. Preparar dos tazas de café. Poner al fuego unos macarrones para que se los llevara en un tapper. Desayunar con él… Parecemos una pareja y todo. Sin embargo, no lo somos. Sigue dejándome claro que yo no soy la mujer de su vida. Que no soy lo que busca. Y yo simplemente me aguanto y me conformo con tenerle al menos de momento. Anoche dormí fatal. Probablemente porque me fui a la cama cabreada después de que Juan reconociera que le gusta Nora. ¡Le gusta Nora! Siempre ha hablado bastante mal de ella, de su prepotencia, de su extrema independencia… Ahora me doy cuenta, era despecho. Dice que “Nora no es una opción”, pero yo sé que, si no lo es, es porque ella no quiere. Estoy empezando a cansarme de que me destroce la autoestima, de sentir que no soy suficiente para él. Me recuerda Alberto. O peor, incluso. No es sano que me levante así el día de mi cumpleaños, mirándome con lupa en el espejo y acongoján

Se busca

Se busca hombre de entre 29 y 35 años, no demasiado alto ni demasiado bajo, preferiblemente moreno, agraciado, ni muy gordo ni muy flaco, preferiblemente fibroso, inteligente, con estudios superiores terminados, al que le guste extremadamente el sexo pero sepa ser fiel, que ame la cocina, que le guste limpiar, que no le moleste que su pareja no lo haga, que le gusten los animales, especialmente los gatos, que no tenga pareja y que no tenga miedo a tenerla, para mantener relación estable con una pelirroja, pecosa, bajita, de complexión normal, desastre en el hogar, adicta al trabajo, con estudios superiores y alto nivel de inglés, extremadamente buena en la cama (aunque esté mal decirlo), que adora los gatos y no podría vivir sin el shushi. ¿Algún candidato? Así me va, ¿verdad? jajaja Saludos amigos.

La señal

No sé si el destino existe, ni si existen las señales o los avisos del destino. Pero si existen lo de esta noche, sin duda, lo ha sido. Una señal enorme con luces de neón que reza en grande un mensaje muy claro: PARA. Primero, la romería, y aquel sentimiento de inferioridad, de verme en un lugar en el que no pinto nada y en el que no me apetece estar, con la única cosa en la cabeza de: “en cuanto esto acabe llamo a TS”. Luego su indiferencia al teléfono. Luego, el sentimiento de soledad y de “¿qué hago yo aquí?”. Y cogí el coche, con todo lo que había bebido, y me volví a la ciudad. Pero, en vez de irme a casa a dormir y olvidar, que es siempre la mejor terapia, decidí salir. Y decidí hacerlo con Eusebio y su mujer. Y ya sabía desde que iba saliendo que iba a volver a caer en el desastre. Y lo hice. Me tomé la primera raya de coca. Y ya sabía que esta vez no iba a ser como las caídas anteriores. Lo sabía y aún así no paré. Sabía que esta vez no iba a ser una y me olvidar