“La Fiscalía pide seis años de cárcel y 16 de inhabilitación para el médico que manipuló la historia clínica de su esposa”
Es el titular aproximado con el que me he levantado hoy. Te preguntarás qué tiene que ver conmigo. Nada y todo. Se trata de una noticia que yo he propiciado que vea la luz, aunque casi nadie lo sabe. Pero eso tampoco sería demasiado relevante por sí solo, teniendo en cuenta que he dedicado gran parte de mi vida a propiciar que las cosas se conozcan, sea por mi letra (cuando las autoridades me lo han permitido) o parapetada tras la firma de otros cuando trataban de impedírmelo.
Creo que a día de hoy no he sido capaz de guardar el secreto de una información que fuese relevante para el mundo, ni siquiera cuando mi supervivencia dependía de ello. Salvo en lo que se refiere a la que encabeza el post de hoy... Y sí, ya he dicho que he propiciado que se conociera. Pero no toda y no mucho. Y no mucho porque no puedo contarla toda. Porque hay otra máxima que rige por encima de la relevancia para poder dar a conocer algo: la veracidad. Y la veracidad no siempre tiene que ver con la verdad.
Lo cierto es que ese titular con el que me he desayunado es solo parte del desenlace de una historia contada a medias gracias a mi influencia. Lo que pudiera parecer que habla sobre un mal hombre, un manipulador, un maltratador incluso; en realidad es solo un trozo de historia descontextualizada. La historia de dos demonios que en su unión han arrasado con todo a su paso, han retorcido, manipulado, utilizado y destruido a todos y a todo, para finalmente acabar enfrentándose el uno al otro en una guerra de demonios que, como tal, solo sirve para seguir destrozando todo y a todos a su alrededor.
Hoy, cuando ha salido la noticia, mi marido me ha preguntado por qué no la están siguiendo medios más importantes; quería saber si lo harían en algún momento. Le dije la verdad: si yo quiero, sí. Pero no quiero. Porque no soy partidaria de dar victorias a ningún demonio, ni siquiera cuando estas contribuyen a la caída de otro demonio. Bastante destruyen ellos solos ya...
Pronto os contaré más...
Es el titular aproximado con el que me he levantado hoy. Te preguntarás qué tiene que ver conmigo. Nada y todo. Se trata de una noticia que yo he propiciado que vea la luz, aunque casi nadie lo sabe. Pero eso tampoco sería demasiado relevante por sí solo, teniendo en cuenta que he dedicado gran parte de mi vida a propiciar que las cosas se conozcan, sea por mi letra (cuando las autoridades me lo han permitido) o parapetada tras la firma de otros cuando trataban de impedírmelo.
Creo que a día de hoy no he sido capaz de guardar el secreto de una información que fuese relevante para el mundo, ni siquiera cuando mi supervivencia dependía de ello. Salvo en lo que se refiere a la que encabeza el post de hoy... Y sí, ya he dicho que he propiciado que se conociera. Pero no toda y no mucho. Y no mucho porque no puedo contarla toda. Porque hay otra máxima que rige por encima de la relevancia para poder dar a conocer algo: la veracidad. Y la veracidad no siempre tiene que ver con la verdad.
Lo cierto es que ese titular con el que me he desayunado es solo parte del desenlace de una historia contada a medias gracias a mi influencia. Lo que pudiera parecer que habla sobre un mal hombre, un manipulador, un maltratador incluso; en realidad es solo un trozo de historia descontextualizada. La historia de dos demonios que en su unión han arrasado con todo a su paso, han retorcido, manipulado, utilizado y destruido a todos y a todo, para finalmente acabar enfrentándose el uno al otro en una guerra de demonios que, como tal, solo sirve para seguir destrozando todo y a todos a su alrededor.
Hoy, cuando ha salido la noticia, mi marido me ha preguntado por qué no la están siguiendo medios más importantes; quería saber si lo harían en algún momento. Le dije la verdad: si yo quiero, sí. Pero no quiero. Porque no soy partidaria de dar victorias a ningún demonio, ni siquiera cuando estas contribuyen a la caída de otro demonio. Bastante destruyen ellos solos ya...
Pronto os contaré más...
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