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Y me envenenan los besos que voy dando...

Y me envenenan los besos que voy dando y sin embargo cuando duermo sin ti, contigo sueño...

Es lo que escucho en este momento. A mister Joaquín perdido en el pañuelo de amargura que empaña sin buscarlo tu hermosura... Y vuelve la guerra fría, y el suelo de tu boca al purgatorio...

¿Y sabéis qué? Que al oirlo no pienso en Juan... Aunque no olvide sus labios carnosos, sus besos tiernos o su forma apasionada de hacerme el amor, a quien recuerdo siempre, por y por siempre, con y sin dolor, a quien no me nace reprocharle nada a pesar de mucho... es a Alberto.

Y mi pregunta, la de siempre: ¿he querido realmente después de él? ¿Querré a alguien algún día?

Quizás debería parar. Quizás debería dejarlo al fin y aceptar que por mucho que lo intente, por mucho que pueda llegar a querer con cierta intensidad, el único hombre, la única alma válida para mí, murió empotrado en un camión y estará esperándome al otro lado cuando el tiempo decida que debe dejar de contar para mí.

Quizás así sea más facil aceptar que nadie me quiera y que yo no logre amar intensamente a nadie de verdad después de él...

O quizás esto son sólo divagaciones estúpidas de borracha...

Gracias por leerlas...

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