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Un sueño

Hace unos días tuve un extraño sueño. Es la segunda vez en mi vida que sueño algo así. Soñé que estaba interna y profundamente enamorada de un hombre al que conocía en mi sueño, pero al cual no conozco en la vida real. La sensación era tan fuerte, tan invasiva, tan real, que aún no puedo creer que fuera un sueño.

Como digo, es la segunda vez en mi vida que me ocurre. La primera fue hace unos diez años, el verano antes de marcharme de mi tierra para siempre. Nunca he vuelto a vivir allí. En aquel entonces el sueño se desarrollaba en una especie de secta. Estaba en algo como un templo sagrado, con varias plantas que bajaban escalonadas hacia un pequeño valle en el que se agolpaba mucha gente vistiendo unas túnicas naranjas.

Yo estaba allí, en aquel valle y junto a mí había un chico joven, más o menos de mi edad. Tenía una cara muy bonita, muy lisa, muy agradable, y el pelo corto y negro. No recuerdo mucho los detalles pero sí las sensaciones. Primero, la sensación de pánico por el lugar en el que me encontraba, y luego, la huída, de la mano de aquel joven al que no había ni he visto en mi vida. Y la sensación de amor profundo, de agradecimiento, de entrega, cuando logramos salir de aquel sitio y huir.

Esta vez el sueño no se parecía en nada al primero salvo por la sensación. No sé exáctamente dónde me encontraba, porque parecía que me encontraba en muchos sitios a la vez. De hecho, el recuerdo del sueño parece más bien el recuerdo de muchos momentos con un denominador común: un hombre. Un hombre joven, guapo, enérgico, fuerte, del que estaba profundamente enamorada. Parece que el sueño hubiese sido un bucle de recuerdos junto a ese hombre al que no conozco y que tampoco se parece al del primer sueño. Este era algo mayor, con el pelo ligeramente largo y no recuerdo bien sus facciones, sólo recuerdo el sentimiento que me producía... Sólo recuerdo que le amaba, que a su lado me sentía fuerte y protegida, que le admiraba profundamente, que me impresionaba su forma de ser. De los detalles tan sólo recuerdo que era sindicalista y que, según mi sueño, nos habíamos conocido hacía años en una negociación de empresa en otra ciudad, en la que nunca he estado. Soñé que nos reencontrábamos y que iniciábamos juntos una batalla sindical, pero no sé por qué, ni con quién ni contra qué empresa. Sólo recuerdo la sensación de ir de la mano hacia un objetivo digno y la satisfacción de tenerle a mi lado. Fue mágico. Precioso. Y tan real e irreal al mismo tiempo que tan sólo, como en aquella primera ocasión, puedo pensar en volverme a dormir y ver algo más, saber quién era ese chico y qué significado tiene ese sueño...

Qué extraño, ¿verdad?

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