Tengo un seguidor por aquí por el blog que me lee habitualmente y que además me da muy buenos consejos en sus comentarios (muchas gracias, por cierto). Se hace llamar a sí mismo El amor era esto. Es un nombre que hoy me sugiere muchas cosas. Y, sobre todo, me sugiere una conclusión: el amor no era esto en mi caso.
Sí. Juan me ha dejado. Al final mis defectos han podido para él más que mis virtudes. Supongo que es bastante esta premisa para entender que, efectivamente, el amor no era esto, al menos para él, y probablemente tampoco para mí.
Soy un desastre. Sí. Un desastre en la casa y un desastre en muchas de mis acciones que vienen condicionadas más por mi impulsividad que por la reflexión. Y esos son graves defectos que hay que corregir. Lo sé y lo intento. De verdad que lo intento cada día. Con mayor o con menor éxito, pero lo intento. Y he conseguido avanzar en muchas cosas. Cosas que al igual a la mayoría de la gente le cuesta ver, porque hay que saber de dónde se ha partido para poder apreciar el camino que se ha recorrido.
Yo soy un desastre, sí. Me quiero poco a mí misma, me cuido poco, a veces llevo el bolso hecho un asco, o los zapatos sin tapa en el tacón, casi no voy a la peluquería (normalmente por dinero, pero también por dejadez), me cuesta un mundo mantener el orden y la limpieza en mi hogar... Pero en el último año mi casa ha estado más limpia y ordenada de lo que he logrado tenerla en toda mi vida. He hecho cosas como comprárme un jabón y una crema para la cara y usarlos a diario, algo que hace unos años no habría hecho. Llevo unas semanas yendo a patinar con un grupo de gente que he conocido y empiezo a cuidarme. He hecho una dieta, con poco éxito pues no la aguanté mucho, pero la empecé y ahí sigo intentando llevarla...
Parece muy poco, lo sé. Es muy poco, de hecho. Me queda aún mucho, muchísimo, camino por recorrer en mi vida antes de llegar a ser la persona que me gustaría ser. Pero no es justo que me menosprecien. Ni es justo que yo me menosprecie a mí misma como llevo haciéndolo las últimas 24 horas.
No lo es porque cuando con quince años cogí por primera vez una cuchilla y me la puse en la muñeca, pocos habrían dado un duro porque llegaría a donde me encuentro hoy en día. No es justo porque cuando, con quince, dieciseis o diecisiete años, estaba tirada en el suelo recibiendo patadas en el estómago y las piernas a los pies de mi padre, mientras mi madre miraba la escena sentada en el borde de mi cama, para luego levantarse e irse, diciéndome "eso te pasa por soberbia" y dejándome allí tirada con un ojo morado, el labio partido y llena de magulladuras, nadie habría apostado porque algún día fuera capaz de valerme por mí misma.
No es justo que me menosprecie nadie, ni que me diga nadie que no lucho por mí, cuando he pasado por al menos tres depresiones graves en mi vida y he salido, cuando he sido capaz de decidir que necesitaba ayuda y de ponerme en manos de una terapia psicológica de tres años, cuando me he pagado los estudios trabajando como camarera en sitios de mala muerte para poder llegar a trabajar en lo que era mi sueño. No es justo que alguien que lo ha tenido todo en la vida (y por todo no me refiero sólo al dinero, sino al cariño, la comprensión y el apoyo de los suyos) me diga que no lucho por mí misma, cuando he logrado labrarme un nombre y un curriculum como profesional, cuando he logrado tener mi piso, mi coche y mi vida, a pesar de un padre borracho y maltratador, de una madre ausente y más preocupada por sus propios fantasmas que por su hija, de haber pasado por una relación destructiva que casi me deja al borde del delirio con una persona a la que amé profundamente y a la que, además, tuve que ver morir.
No. No es justo. Ni son justos los dos días de llanto desconsolado que he pasado por una persona que no ha sabido ver ni valorar lo que sí podía ofrecerle: unas ganas enormes de salir adelante y de formar un futuro bonito y estable, una compañía vital y profesional en un mundo muy complicado y en el que, guste más o guste menos, he llegado más alto que él; pero sobre todo, un amor incondicional y sin exigencias que lo único que pedía a cambio era ese mismo amor.
Pero, bueno, no todo es justo en la vida y tampoco voy a culpar a nadie por no quererme lo suficiente o por no haberme sabido entender. El amor es, a mí entender, algo que se da o no se da, que surge o que no surge. Y, desgraciadamente, hay veces que surge sólo en el corazón de uno de los dos. Éste, para mi pesar, ha sido el caso. Yo he querido, he amado, y él no. No lo suficiente. No como se debe amar, al menos desde mi punto de vista.
Y no, el amor no era esto. El amor no es esperar que una persona cambie en un año lo que ha sido durante casi 29. El amor no es exigente ni inflexible. El amor es estar ahí para ayudar en lo que se pueda, es aconsejar y quizás hasta intentar guiar, pero sobre todo es comprender, es aceptar los contras con la misma alegría que se aceptan los pros, es estar dispuesto a dar sin recibir y a valorar lo que se recibe como un bien muy preciado. Éso es para mí el amor. Y, definitivamente, el amor no era esto....
PD. Que la grúa se llevara mi coche con su maleta dentro después de que me dijera que no aparcara donde aparqué fue para él la gota que colmó el vaso de nuestra relación. Tenía razón, no lo niego. Pero no es justo.
Gracias por leer, amigos.
Y besos...
Sí. Juan me ha dejado. Al final mis defectos han podido para él más que mis virtudes. Supongo que es bastante esta premisa para entender que, efectivamente, el amor no era esto, al menos para él, y probablemente tampoco para mí.
Soy un desastre. Sí. Un desastre en la casa y un desastre en muchas de mis acciones que vienen condicionadas más por mi impulsividad que por la reflexión. Y esos son graves defectos que hay que corregir. Lo sé y lo intento. De verdad que lo intento cada día. Con mayor o con menor éxito, pero lo intento. Y he conseguido avanzar en muchas cosas. Cosas que al igual a la mayoría de la gente le cuesta ver, porque hay que saber de dónde se ha partido para poder apreciar el camino que se ha recorrido.
Yo soy un desastre, sí. Me quiero poco a mí misma, me cuido poco, a veces llevo el bolso hecho un asco, o los zapatos sin tapa en el tacón, casi no voy a la peluquería (normalmente por dinero, pero también por dejadez), me cuesta un mundo mantener el orden y la limpieza en mi hogar... Pero en el último año mi casa ha estado más limpia y ordenada de lo que he logrado tenerla en toda mi vida. He hecho cosas como comprárme un jabón y una crema para la cara y usarlos a diario, algo que hace unos años no habría hecho. Llevo unas semanas yendo a patinar con un grupo de gente que he conocido y empiezo a cuidarme. He hecho una dieta, con poco éxito pues no la aguanté mucho, pero la empecé y ahí sigo intentando llevarla...
Parece muy poco, lo sé. Es muy poco, de hecho. Me queda aún mucho, muchísimo, camino por recorrer en mi vida antes de llegar a ser la persona que me gustaría ser. Pero no es justo que me menosprecien. Ni es justo que yo me menosprecie a mí misma como llevo haciéndolo las últimas 24 horas.
No lo es porque cuando con quince años cogí por primera vez una cuchilla y me la puse en la muñeca, pocos habrían dado un duro porque llegaría a donde me encuentro hoy en día. No es justo porque cuando, con quince, dieciseis o diecisiete años, estaba tirada en el suelo recibiendo patadas en el estómago y las piernas a los pies de mi padre, mientras mi madre miraba la escena sentada en el borde de mi cama, para luego levantarse e irse, diciéndome "eso te pasa por soberbia" y dejándome allí tirada con un ojo morado, el labio partido y llena de magulladuras, nadie habría apostado porque algún día fuera capaz de valerme por mí misma.
No es justo que me menosprecie nadie, ni que me diga nadie que no lucho por mí, cuando he pasado por al menos tres depresiones graves en mi vida y he salido, cuando he sido capaz de decidir que necesitaba ayuda y de ponerme en manos de una terapia psicológica de tres años, cuando me he pagado los estudios trabajando como camarera en sitios de mala muerte para poder llegar a trabajar en lo que era mi sueño. No es justo que alguien que lo ha tenido todo en la vida (y por todo no me refiero sólo al dinero, sino al cariño, la comprensión y el apoyo de los suyos) me diga que no lucho por mí misma, cuando he logrado labrarme un nombre y un curriculum como profesional, cuando he logrado tener mi piso, mi coche y mi vida, a pesar de un padre borracho y maltratador, de una madre ausente y más preocupada por sus propios fantasmas que por su hija, de haber pasado por una relación destructiva que casi me deja al borde del delirio con una persona a la que amé profundamente y a la que, además, tuve que ver morir.
No. No es justo. Ni son justos los dos días de llanto desconsolado que he pasado por una persona que no ha sabido ver ni valorar lo que sí podía ofrecerle: unas ganas enormes de salir adelante y de formar un futuro bonito y estable, una compañía vital y profesional en un mundo muy complicado y en el que, guste más o guste menos, he llegado más alto que él; pero sobre todo, un amor incondicional y sin exigencias que lo único que pedía a cambio era ese mismo amor.
Pero, bueno, no todo es justo en la vida y tampoco voy a culpar a nadie por no quererme lo suficiente o por no haberme sabido entender. El amor es, a mí entender, algo que se da o no se da, que surge o que no surge. Y, desgraciadamente, hay veces que surge sólo en el corazón de uno de los dos. Éste, para mi pesar, ha sido el caso. Yo he querido, he amado, y él no. No lo suficiente. No como se debe amar, al menos desde mi punto de vista.
Y no, el amor no era esto. El amor no es esperar que una persona cambie en un año lo que ha sido durante casi 29. El amor no es exigente ni inflexible. El amor es estar ahí para ayudar en lo que se pueda, es aconsejar y quizás hasta intentar guiar, pero sobre todo es comprender, es aceptar los contras con la misma alegría que se aceptan los pros, es estar dispuesto a dar sin recibir y a valorar lo que se recibe como un bien muy preciado. Éso es para mí el amor. Y, definitivamente, el amor no era esto....
PD. Que la grúa se llevara mi coche con su maleta dentro después de que me dijera que no aparcara donde aparqué fue para él la gota que colmó el vaso de nuestra relación. Tenía razón, no lo niego. Pero no es justo.
Gracias por leer, amigos.
Y besos...
Comentarios
La vida no es justa o no lo es, simplemente es. No te aconsejo que luches contra ella, creo que debes aceptarla por lo que es, y que lo digo yo manda castañas!!
En tu caso es difícil olvidarse de tu pasado, tu vida no ha sido fácil, pero fijate en la persona en la que te ha transformado en alguien valiente, alguien que se entrega por amor, y esto judi es realmente complicado.
Y si la gota que colma el vaso es que el coche se lo lleve la grua, bendita sea sea gota, una persona que no acepta una caotica judi, simplemente no puede estar a tu lado.
Deja de luchar contra lo que eres, no cambies salvo las partes que te hagan daño a ti misma, no a los demás, eres perfecta tal cual eres para los demás, haga lo que hagas le gustarás a unos sí a otros no.
Cuidate, sal a la calle e intenta pasartelo lo mejor posible, y recuerda has sobrevivdo a todo lo anterior, también lo haras a esto.