Le echo de menos. O eso creo. No sé si le echo de menos a él o simplemente echo de menos las sensaciones que él me produce: el cosquilleo en el estómago, la ilusión de escucharle decirme un piropo, la excitación de nuestras miradas furtivas, el morbo de hablar abiertamente de nosotros sin que nadie sepa que lo estamos haciendo realmente... Todo eso que ha sido en las últimas semanas nuestra relación. Pero todo eso ha acabado. Cuando regrese es probable que un muro de frialdad se haya instalado entre la pantalla de su ordenador y la mía. Tan cerca y tan lejos. Es probable y también deseable para la estabilidad de mis emociones, lo sé. Pero no puedo evitar recordar de un modo entrañable y a la vez angustioso todos los sentimientos que llegó a provocarme en tan sólo unos días. ¿Es él realmente quien me provoca todo eso? ¿No será mi sentimiento de soledad clamando por emociones? Hace tanto que no siento de verdad... Con él podía haber llegado a hacerlo, pero no hubo tiempo... A penas empec
Hubo un tiempo en el que escribir era un juego, otro en el que fue terapia, muchos otros en los que era obligación... Hoy deseo que sea simplemente placer.