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Demasiado, pero con una sonrisa...

Son demasiadas las cosas que me rondan la cabeza. Por eso no he escrito hasta ahora, porque no sé cuál de mis inquietudes contaros. ¿Os cuento que TS sigue decepcionándome aún en la distancia? ¿Que entre mi ex y yo no queda más que una maravillosa amistad por mucho que yo quiera empeñarme en lo contrario? ¿O que mi mejor amiga me agobia y me aterra la idea de irme con ella de vacaciones? ¿O que soy adicta al trabajo y he sido incapaz de desconectar un sólo día de la oficina a pesar de estar a 2.000 kilómetros?

Pues sí, TS sigue decepcionándome: no ha sido capaz de acercarse a casa a ver cómo estaba Lolita (mi gata), a pesar de que le pedí por favor que lo hiciera porque no confiaba en que Fanny lo hubiera hecho. Y encima no he parado de llamarle. Por ese motivo, no por otro. Pero no he parado de llamarle desde que llegué y debe pensar que es porque estoy loca por él. Y me aterra volver y enfrentarme a su indiferencia o tratar de fingir la mía (no, no, fingir no, me ha dicho mi psicóloga que fingir no... No sé si podré hacerlo).

Y sí, entre mi ex y yo hay sólo amistad. Nada más. A pesar de que hicimos el amor la noche que llegué y que nos encanta estar juntos, porque es muy cómodo tenernos cerca, porque nos conocemos el uno al otro casi tan bien como a nosotros mismos y a veces incluso mejor. Pero, no hay pasión. No la hubo nunca y sigue sin haberla. Y yo sigo, en el fondo más profundo de mí misma, sin querer conformarme con eso.

Y sí, Fanny me agobia, mucho. Cada vez que hablo con ella tengo la sensación de que más que una conversación es una batalla, de que me cuestiona en cada una de mis palabras cuando hablo yo, y cuando habla ella... uff... Cuando habla ella no para de hablar una y otra vez de lo mismo y de alargar las conversaciones hasta el infinito y más allá. La quiero mucho, es muy buena, pero me agobia, me agobia que no pare de hablar, me agobia su negatividad y su dureza y que sea incapaz de comprender que la gente puede tener puntos de vista y formas de sentir o de enfrentarse con la vida diferentes de la suya.

Y sí, soy adicta al trabajo. Llevo aquí menos de una semana y ya estoy harta. Me quiero ir, quiero estar en mi oficina, con mis temas. No he parado de llamar a diario desde que llegué, de leer todo lo que se publica... Hoy me llamó la presidenta de una asociación de vecinos y me encantó escuchar que como yo no lo hace nadie... Sí, mi egocentrismo, mi vanidad, ya lo sabéis. Pero hay más que eso. Es que mi trabajo es lo único que me llena. Y no de ahora. Desde siempre. Desde que el destino decidió por mí que ésta sería mi profesión, no ha habido nada capaz de llenarme como ella. O sí, pero ese algo está muerto. Y sólo el trabajo logró sustituirle cuando estaba vivo, y sólo el trabajo lo logra después de su muerte.

En resumen: el hombre que me atrae no lo hace lo suficiente como para que no me importe su manera de decepcionarme una y otra vez, el hombre que mejor me ha tratado en la vida no logra despertar en mí las emociones suficientes para entregarle mi vida, mi mejor amiga me agobia y, en vez de apetecerme estar con ella, estoy buscando la fórmula de librarme de viajar con ella en vacaciones, y lo único que me preocupa estando a 2.000 kilómetros de distancia de la ciudad en la que vivo desde hace un año es cómo estará mi gata y cómo estará saliendo el trabajo sin mí. En definitiva, acabaré sola, trabajando hasta los 70 y rodeada de gatos.

Por cierto, he decidido comprarle un hermanito a Lolita para que no esté tan solita mientras trabajo. Y me da exactamente lo mismo que la petarda de Fanny piense que es una locura. Ea.

Nos leemos por aquí ;-)

PD. Por cierto, ninguna de las cosas mencionadas me amargan lo suficiente la existencia como para no estar sonriendo en este momento. ¿Sabéis qué? Me quiero un montón. ;-))

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