¡Dios! ¡Qué duro! Es muy duro estar aquí, con él delante mandándome mensajitos por el Skype y yo tratando de aguantar el tipo. "No pasa nada, Judi. Que no se te note, que no te afecte". Y él: "estás celosa", me dice. Y tiene razón. Y yo, "si hombre, ya quisieras". Y él, "en el fondo me gusta que te piques un poco". Y yo, "¿quién te ha dicho que estoy picada? Sólo estoy de coña". Pero estoy segura de que no me cree... "No me ha dicho nadie que te picas, pero me gusta tu cara cuando te digo estas cosas, aunque no te piques"... Y mí me encanta que él me diga esas cosas, aunque anoche estuviera con otra...
Mañana de cumpleaños. ¿Qué he hecho? Levantarme a toda prisa detrás de Juan. Preparar dos tazas de café. Poner al fuego unos macarrones para que se los llevara en un tapper. Desayunar con él… Parecemos una pareja y todo. Sin embargo, no lo somos. Sigue dejándome claro que yo no soy la mujer de su vida. Que no soy lo que busca. Y yo simplemente me aguanto y me conformo con tenerle al menos de momento. Anoche dormí fatal. Probablemente porque me fui a la cama cabreada después de que Juan reconociera que le gusta Nora. ¡Le gusta Nora! Siempre ha hablado bastante mal de ella, de su prepotencia, de su extrema independencia… Ahora me doy cuenta, era despecho. Dice que “Nora no es una opción”, pero yo sé que, si no lo es, es porque ella no quiere. Estoy empezando a cansarme de que me destroce la autoestima, de sentir que no soy suficiente para él. Me recuerda Alberto. O peor, incluso. No es sano que me levante así el día de mi cumpleaños, mirándome con lupa en el espejo y acongoján
Comentarios