Sólo puedo pensar en lo mismo: vacaciones, vacaciones, vacaciones... Estoy agotada. Necesito desconectar de todo esto... Hoy ha sido un día bastante agotador. No sé si por el día en sí o porque mi cuerpo y mi mente piden a gritos un descanso.
TS ha vuelto a las andadas. A ese tirar la piedra y esconder la mano que tanto me asusta y me atrae al mismo tiempo. Sin embargo, creo que estoy demasiado cansada hasta para preocuparme por sus juegos del ratón y el gato. No han faltado a lo largo del día el par de sutiles comentarios insinuando que aún existe atracción entre nosotros. "Si tienes hambre tú sabes que siempre puedes tirar de las fresas" o algo así dijo en un momento dado, y varios comentarios por el estilo cayeron entre cigarro y cigarro.
Luego, en otro momento, dijo que yo había "roto la ley del silencio", haciendo alusión a que le haya contado lo nuestro a Fanny y a Vicente. Luego, en medio de un extraño galimatías incomprensible creo haberle entendido algo así como que aunque le apetecería no puede "permitirse" volver a tener algo conmigo, no sé si por esa rotura de la ley del silencio o por cualquier otra cosa. Traté de obligarle a hablar claro, casi enfadada, pero no conseguí mucho. Acabé diciéndole que lo de permitirse volver a tener algo conmigo o no, también dependía de lo que yo le permitiera y que creía que había quedado claro que no volvería a ocurrir... No sé si me entendió, ni si yo le entendí a él, ni si estábamos hablando de nosotros o de la posibilidad de que exista vida en Júpiter (que con lo bien que se explica, también podía ser), pero el caso es que no me apetecía seguir descifrándole mucho más.
Juan hizo también alguna ronda a lo largo de la tarde. Estamos organizando una quedada para el jueves, a modo de despedida de todos los que nos vamos de vacaciones, y le pedí que tratara él de hacer la lista de los que se apuntan y los que no para hacer la reserva en el japonés al que vamos ahí. De eso a cómo acabó preguntándome si ya se había marchado mi amiga "la roja" y a cómo iba a cobrarse el encargo, la verdad es que no sé como llegamos. Pero ahí quedó.
Al salir del trabajo (por fin salí un día antes que TS), llevé a Aitor al centro y cuando iba camino de casa le llamé, a TS, para ver qué hacía. No estoy acostumbrada a salir tan temprano, supongo, y se me caía el cielo encima sólo de pensar en meterme en casa desde las siete y media de la tarde. Me dijo que iba de "compritas" porque mañana es el cumpleaños de su madre y pasado mañana el de la rubita de ojos azules y "quiero comprarle un regalito", dijo. Digo yo que qué necesidad tenía de apuntar este detalle, con lo de su madre me habría dejado satisfecha de información. Pero si no lo decía se atragantaba.
Luego dijo que iba a tomar algo con un amigo de Bilbao que está en la ciudad y al que hace tiempo que no ve y quedó en llamarme si hacía algo, como siempre. "No hace falta, no te preocupes", le dije. "No, no es para mí un motivo de preocupación, simplemente te digo que si estoy por la zona te doy un toque a ver qué haces". "Vale, pero no es necesario, era por si tenías ya algo planeado por la zona, si no da igual". "Pero no te metas en casa, ¿no va a hacer nada Fanny?". "Aún no lo sé, ahora veré". "Vale, pues te llamo si eso". "No pasa nada, besos". "Hasta luego". Y ahí quedó. Por supuesto, no llamó, para qué extrañarnos ya...
Fanny estaba en el paseo echando gins con un colega así que me acerqué. Qué pesado me cayó el tipo la verdad. Me tomé un gin y luego fuimos a cenar a nuestro garito del Puerto una enchilada. Y de allí vengo, muerta. Me voy a meter en la cama porque la verdad es que hoy me da pereza hasta respirar. Mañana será otro día, supongo. El último por cierto. Un día más de trabajo y se acabó la oficina hasta dentro de un mes. Creo que mi estabilidad psicológica lo va a agradecer bastante.
De momento, me voy a la cama. Ya os iré contando.
TS ha vuelto a las andadas. A ese tirar la piedra y esconder la mano que tanto me asusta y me atrae al mismo tiempo. Sin embargo, creo que estoy demasiado cansada hasta para preocuparme por sus juegos del ratón y el gato. No han faltado a lo largo del día el par de sutiles comentarios insinuando que aún existe atracción entre nosotros. "Si tienes hambre tú sabes que siempre puedes tirar de las fresas" o algo así dijo en un momento dado, y varios comentarios por el estilo cayeron entre cigarro y cigarro.
Luego, en otro momento, dijo que yo había "roto la ley del silencio", haciendo alusión a que le haya contado lo nuestro a Fanny y a Vicente. Luego, en medio de un extraño galimatías incomprensible creo haberle entendido algo así como que aunque le apetecería no puede "permitirse" volver a tener algo conmigo, no sé si por esa rotura de la ley del silencio o por cualquier otra cosa. Traté de obligarle a hablar claro, casi enfadada, pero no conseguí mucho. Acabé diciéndole que lo de permitirse volver a tener algo conmigo o no, también dependía de lo que yo le permitiera y que creía que había quedado claro que no volvería a ocurrir... No sé si me entendió, ni si yo le entendí a él, ni si estábamos hablando de nosotros o de la posibilidad de que exista vida en Júpiter (que con lo bien que se explica, también podía ser), pero el caso es que no me apetecía seguir descifrándole mucho más.
Juan hizo también alguna ronda a lo largo de la tarde. Estamos organizando una quedada para el jueves, a modo de despedida de todos los que nos vamos de vacaciones, y le pedí que tratara él de hacer la lista de los que se apuntan y los que no para hacer la reserva en el japonés al que vamos ahí. De eso a cómo acabó preguntándome si ya se había marchado mi amiga "la roja" y a cómo iba a cobrarse el encargo, la verdad es que no sé como llegamos. Pero ahí quedó.
Al salir del trabajo (por fin salí un día antes que TS), llevé a Aitor al centro y cuando iba camino de casa le llamé, a TS, para ver qué hacía. No estoy acostumbrada a salir tan temprano, supongo, y se me caía el cielo encima sólo de pensar en meterme en casa desde las siete y media de la tarde. Me dijo que iba de "compritas" porque mañana es el cumpleaños de su madre y pasado mañana el de la rubita de ojos azules y "quiero comprarle un regalito", dijo. Digo yo que qué necesidad tenía de apuntar este detalle, con lo de su madre me habría dejado satisfecha de información. Pero si no lo decía se atragantaba.
Luego dijo que iba a tomar algo con un amigo de Bilbao que está en la ciudad y al que hace tiempo que no ve y quedó en llamarme si hacía algo, como siempre. "No hace falta, no te preocupes", le dije. "No, no es para mí un motivo de preocupación, simplemente te digo que si estoy por la zona te doy un toque a ver qué haces". "Vale, pero no es necesario, era por si tenías ya algo planeado por la zona, si no da igual". "Pero no te metas en casa, ¿no va a hacer nada Fanny?". "Aún no lo sé, ahora veré". "Vale, pues te llamo si eso". "No pasa nada, besos". "Hasta luego". Y ahí quedó. Por supuesto, no llamó, para qué extrañarnos ya...
Fanny estaba en el paseo echando gins con un colega así que me acerqué. Qué pesado me cayó el tipo la verdad. Me tomé un gin y luego fuimos a cenar a nuestro garito del Puerto una enchilada. Y de allí vengo, muerta. Me voy a meter en la cama porque la verdad es que hoy me da pereza hasta respirar. Mañana será otro día, supongo. El último por cierto. Un día más de trabajo y se acabó la oficina hasta dentro de un mes. Creo que mi estabilidad psicológica lo va a agradecer bastante.
De momento, me voy a la cama. Ya os iré contando.
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