TS volvió a llamar anoche. A las cinco de la mañana. Juan estaba en la cama. Llegó cansado y le dije que se acostara a dormir, que casi no lo había hecho. Mientras, yo me había quedado escribiendo un rato. Entonces escuché una perdida en el móvil. Era él. Le llamé. Me dijo que acababa de llegar a casa, que qué hacía aún despierta y empezó a zorronear como suele. "¿Qué quieres, que vaya?". "¿Te apetece?". "Qué cabrón eres". "¿Por qué?". "¿Todavía lo preguntas?". "Tienes razón, olvídalo, lo siento". "¿A ti te apetece?". "La verdad es que sí". "Hoy no puede ser". "¿No puede ser?". "No, hoy no". "¿Y por qué hoy en concreto?". "Tengo visita". "Ay, dios, vale, lo siento". "No, no pasa nada. Es Fanny. Está dormida", mentí. Y no, no sé por qué mentí. "¿Entonces ya no te veo antes de que te vayas?". "Quedamos en que te llamaba cuando viniera del pueblo de Miriam". "La romería, es verdad". "Vale, pues llámame a ver por donde ando, aunque yo también me tengo que ir a mi pueblo". "Vale, te llamo y vemos".
No os podéis imaginar las vueltas que di en la cama, en el sofá, por la casa... Me moría de ganas por salir corriendo por esa puerta y presentarme en su casa... No lo hice, pero no sé ni cómo. A las seis de la mañana Juan se despertó, gracias al cielo, y empezó a tocarme... Al menos así lograría olvidarme por un momento y dormirme. Así fue.
Hace un rato, sobre las 12, me desperté de nuevo sintiendo sus dedos jugueteando. Entonces le llamaron. Tenía que irse. Pero no me dejó a medias. Es fantástico en la cama, de verdad. "Esto crea adicción", le dije. "Pues no te acostumbres, eh". "¿Por qué no?". "Porque no, no sería bueno". "No creo que pase nada, la costumbre no suele traer más que aburrimiento". "Bueno, en ese caso".
Al despedirnos en la puerta me lo volvió a repetir. "No debes acostumbrarte, Judi". "¿No estás siendo un poco presuntuoso?", le espeté. "Bueno, vale, perdón. Quería decir que no debemos acostumbrarnos". "Eso está mejor. No te preocupes, no nos vamos a ver más en un mes". "Es verdad, te vas ya, ¿no?". "Mañana". "Ok, pues buen viaje, pásalo bien y folla mucho". "Lo intentaré". Besos y se fue.
¿Lo veis? Todos son iguales. ¡Todos!
Me voy a duchar y tiro hacia el pueblo de Miriam.
Nos leemos.
No os podéis imaginar las vueltas que di en la cama, en el sofá, por la casa... Me moría de ganas por salir corriendo por esa puerta y presentarme en su casa... No lo hice, pero no sé ni cómo. A las seis de la mañana Juan se despertó, gracias al cielo, y empezó a tocarme... Al menos así lograría olvidarme por un momento y dormirme. Así fue.
Hace un rato, sobre las 12, me desperté de nuevo sintiendo sus dedos jugueteando. Entonces le llamaron. Tenía que irse. Pero no me dejó a medias. Es fantástico en la cama, de verdad. "Esto crea adicción", le dije. "Pues no te acostumbres, eh". "¿Por qué no?". "Porque no, no sería bueno". "No creo que pase nada, la costumbre no suele traer más que aburrimiento". "Bueno, en ese caso".
Al despedirnos en la puerta me lo volvió a repetir. "No debes acostumbrarte, Judi". "¿No estás siendo un poco presuntuoso?", le espeté. "Bueno, vale, perdón. Quería decir que no debemos acostumbrarnos". "Eso está mejor. No te preocupes, no nos vamos a ver más en un mes". "Es verdad, te vas ya, ¿no?". "Mañana". "Ok, pues buen viaje, pásalo bien y folla mucho". "Lo intentaré". Besos y se fue.
¿Lo veis? Todos son iguales. ¡Todos!
Me voy a duchar y tiro hacia el pueblo de Miriam.
Nos leemos.
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