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Un día de tristeza

Qué triste estoy. Qué ganas de llorar. Llevo desde anoche con un nudo atrancado en la boca del estómago y una angustia que casi no me deja respirar. ¿Por qué? No lo sé con exactitud. Supongo que por todo y por nada al mismo tiempo. Decepción con el trabajo, con los jefes, con los hombres, con la vida... O que está a punto de venirme la regla, que también influye.

La relación con TS se está normalizando ,tal y como suponía, hacia el aspecto profesional. Y no me quejo, mejor tener un buen compañero de trabajo, con el tiempo quizás un amigo, que un amante ocasional que me dé quebraderos de cabeza.

¿Sabéis qué? Es culpa mía. Me he empeñado en ser una mujer que no soy. Me he empeñado en ser frívola, fría, dura, distante. Y no lo soy. Me cuesta aceptarlo, me cuesta reconocer que soy sensiblona, enamoradiza, mimosa. Me cuesta reconocer que necesito mucho del afecto de los demás. Y es muy posible que sea precisamente por eso que no lo recibo.

Y luego pasan estas cosas, que me tiro todo el día con ganas de llorar...

Nada, a seguir leyendo y escribiendo, que es una buena forma de limpiar el alma...

Saludos

Comentarios

THARSY ha dicho que…
No había leido estas dos entradas.. me identifico mucho con lo que dices de aparentar algo... y en realidad en el fondo ser de otra forma.. tranquila que la respuesta no ha ha sido mala no crees??

Un beso de una fan.. jejeje

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Mañana de cumpleaños. ¿Qué he hecho? Levantarme a toda prisa detrás de Juan. Preparar dos tazas de café. Poner al fuego unos macarrones para que se los llevara en un tapper. Desayunar con él… Parecemos una pareja y todo. Sin embargo, no lo somos. Sigue dejándome claro que yo no soy la mujer de su vida. Que no soy lo que busca. Y yo simplemente me aguanto y me conformo con tenerle al menos de momento. Anoche dormí fatal. Probablemente porque me fui a la cama cabreada después de que Juan reconociera que le gusta Nora. ¡Le gusta Nora! Siempre ha hablado bastante mal de ella, de su prepotencia, de su extrema independencia… Ahora me doy cuenta, era despecho. Dice que “Nora no es una opción”, pero yo sé que, si no lo es, es porque ella no quiere. Estoy empezando a cansarme de que me destroce la autoestima, de sentir que no soy suficiente para él. Me recuerda Alberto. O peor, incluso. No es sano que me levante así el día de mi cumpleaños, mirándome con lupa en el espejo y acongoján

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Se busca hombre de entre 29 y 35 años, no demasiado alto ni demasiado bajo, preferiblemente moreno, agraciado, ni muy gordo ni muy flaco, preferiblemente fibroso, inteligente, con estudios superiores terminados, al que le guste extremadamente el sexo pero sepa ser fiel, que ame la cocina, que le guste limpiar, que no le moleste que su pareja no lo haga, que le gusten los animales, especialmente los gatos, que no tenga pareja y que no tenga miedo a tenerla, para mantener relación estable con una pelirroja, pecosa, bajita, de complexión normal, desastre en el hogar, adicta al trabajo, con estudios superiores y alto nivel de inglés, extremadamente buena en la cama (aunque esté mal decirlo), que adora los gatos y no podría vivir sin el shushi. ¿Algún candidato? Así me va, ¿verdad? jajaja Saludos amigos.

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No sé si el destino existe, ni si existen las señales o los avisos del destino. Pero si existen lo de esta noche, sin duda, lo ha sido. Una señal enorme con luces de neón que reza en grande un mensaje muy claro: PARA. Primero, la romería, y aquel sentimiento de inferioridad, de verme en un lugar en el que no pinto nada y en el que no me apetece estar, con la única cosa en la cabeza de: “en cuanto esto acabe llamo a TS”. Luego su indiferencia al teléfono. Luego, el sentimiento de soledad y de “¿qué hago yo aquí?”. Y cogí el coche, con todo lo que había bebido, y me volví a la ciudad. Pero, en vez de irme a casa a dormir y olvidar, que es siempre la mejor terapia, decidí salir. Y decidí hacerlo con Eusebio y su mujer. Y ya sabía desde que iba saliendo que iba a volver a caer en el desastre. Y lo hice. Me tomé la primera raya de coca. Y ya sabía que esta vez no iba a ser como las caídas anteriores. Lo sabía y aún así no paré. Sabía que esta vez no iba a ser una y me olvidar