En un intercambio de SMSs ayer:
YO: Antes me dijiste que querías hablar conmigo y ni te pregunté de qué, si necesitas algo llámame.
TS: Na niña, te cuento al volver que es una movida muy íntima y personal. Besos.
YO: No estoy yo muy por la labor de tratar ese tipo de asuntos contigo. Ya veremos a la vuelta en cualquier caso. Llámame si necesitas algo de trabajo.
Ésa fue la última y única conversación que he tenido con él desde lo último que escribí en este blog. Estaba en casa de mi tía y me quedé sin batería en el móvil mientras hablaba con mi compi Aitor. Así que cambié la tarjeta al teléfono de mi tía para poder continuar la conversación, pero resulta que el número de Aitor lo tenía guardado en el móvil y no en la tarjeta y el único que tenía en la agenda de la sim a quien se lo podía pedir era precisamente TS. Así que le llamé para pedirle el número. Cuando cogió el teléfono parecía nervioso. "Hola". "Hola". "¿Cómo estás? Justo te iba a llamar porque quería hablar contigo". "Aum. Yo te llamaba para pedirte el móvil de Aitor, que he tenido que cambiar la tarjeta de teléfono y no tengo el número". "Ah, vale, te lo doy, espera. ¿Esperas?". "Sí, claro". Sonaron teclas de que estaba buscando en su agenda. "Apunta". "Sí". Y me lo dio. "Muchas gracias". "De nada, ¿ya estás en Portugal?". "No, me voy pasado mañana". "Aum". "Pues nada, gracias". "De nada, un beso". "Otro, chao". Y colgué.
Luego hablé con Aitor durante largo rato y al cabo de una hora o dos le mandé el mensaje que habéis leído al principio. ¿Valiente? ¿Firme? Supongo que sí. Pero eso no me quita el nudo en el estómago que se me ha quedado desde entonces, ni la curiosidad dándome vueltas en la cabeza sobre eso "íntimo y personal" de lo que quiere hablar conmigo. "Sea lo que sea, no me interesa", trato de convencerme. "Seguramente quiere que le explique mis últimos mensajes antes de irme de la ciudad y no pienso explicarle nada", me digo. "O peor aún, quiere hablarme de sus problemas con la rubita y no pienso escucharle", remato. Pero... "¿pero y si quiere decirme que se ha dado cuenta de que siente algo por mí?", flaqueo. "No. No. No. Ni quiere decirme eso ni yo quiero escucharlo", me censuro.
Hoy ya estoy más tranquila, pero la desazón me acompañó ayer hasta la cama. Para rematar el día también hablé con Juan. Con él no ha sido la primera vez en estas vacaciones. Varios mensajes y alguna que otra conversación subida de tono han rodando desde que estoy fuera de la ciudad. Sin embargo, siento que cada vez han ido a peor las conversaciones. Al principio, muy cercano, muy amoroso, digamos. Y luego, poco a poco, cada vez más frío y distante, marcando las distancias, negándose sin decirlo a intimar más allá de lo puramente sexual conmigo.
Además, tiene mala leche, muy mala leche. Me he ido dando cuenta en un par de conversaciones. Y no me gusta. No es que haya tenido mala leche conmigo concretamente, pero sí le he escuchado quejarse de compañeros, del trabajo, etcétera, en unos términos que no me han gustado nada. No sé, creo que su carácter y el mío serían absolutamente incompatibles en una relación. Yo aún no creo haberle manifestado mi mala leche a él, aunque sí debe haberla visto en algunas discusiones en el trabajo con los jefes. No creo que dos caracteres tan marcados llegaran nunca a buen puerto.
Lo último que hablamos fue por mensaje, después de que me colgara en mitad de una conversación subida de tono, porque sus padres habían llegado a casa.
YO: Es la segunda vez que me dejas a medias. Menos mal que en persona eres más eficiente... ;-)
JUAN: Ya seguimos en otro momento. Beso. Ciao.
YO: Ya veremos si en otro momento puedo. Chao.
JUAN: Vaya, de tipa dura... jejeje. No es tu estilo, no lo cambies. Con mis padres aquí paso. Además, recuerdo que no querías terminar porque te data palo, así que pasa de bobadas.
YO: Bueno, a lo mejor esperaba que me convencieras un poco. No me hago la dura, sólo que pasado mañana me marcho y no está el rooming como para erotismo telefónico. En cualquier caso, tampoco viene mal el traje de dura de vez en cuando.
No contestó.
De resto, esta semana y media en mi tierra ha sido bastante gratificante. A excepción de las continuas broncas con mi madre, a las que ya debería estar acostumbrada, pero sigo sin lograrlo. Sin embargo, hasta ayer ha estado quedándose en casa unos días mi mejor amiga, Susana, y ha sido maravilloso. Nos hemos quedado afónicas después de cuatro días juntas. Y no sólo de las fiestas que nos hemos pegado, que también, sino de las horas y horas que nos hemos tirado hablando. Hacía tantísimo tiempo que no hablábamos que se me había olvidado lo maravillosamente bien que nos llevamos y lo mucho que nos entendemos.
Con Susana puedo hablar de absolutamente todo. A veces se escandaliza, otras se descojona, pero nunca me juzga, ni me censura, ni me exige nada. Es una amiga, de esas que te aceptan tal y como eres, de las que te escuchan, te aconsejan si lo creen conveniente, pero nunca se enfadan contigo hagas lo que hagas, porque te respetan. Sí, de esas amigas que puedes pasar meses e incluso años sin ver o incluso sin hablar con ella y cuando lo haces, simplemente, te preguntan cómo estás, qué es de tu vida, si te encuentras bien. Ni un "por qué no me has llamado", ni un sólo reproche, simplemente una sonrisa que refleja la gran alegría que le da volver a verte.
Creo que eso es la amistad sincera. Y no lo que me pasa con Fanny, que por cierto me ha echado en cara por teléfono el haberse quedado sin planes para las vacaciones debido a que yo me rajara con lo de Turquía. Y eso que le ofrecí venirse conmigo y mi exnovio a Portugal, así como venirse unos días a mi casa en mi tierra. Nada le vino bien y la única vez que he hablado con ella desde que estoy de vacaciones ha sido para escuchar como me reprochaba que estaba aburrida y que, aunque me quiere mucho, eso sí, está enfadada conmigo porque se ha quedado sin planes en vacaciones por mi culpa y no le apetece verme y por eso no se viene a mi casa... En fin, supongo que por eso Susana es mi mejor amiga, vaya donde vaya, y Fanny, simplemente, mi mejor amiga en la ciudad y de momento...
En cuanto a mi estado de ánimo, os diré que estoy bastante mejor. He estado trabajando bastante en la novela, recuperando viejos textos de las cientos de veces que he empezado a escribirla y tratando de aprovechar lo que me vale para el nuevo giro que quiero darle. Creo que lo conseguiré esta vez. Al menos eso espero. Aunque a partir de mañana se quedará aparcada al menos durante 12 días, los que voy a pasar de viaje.
Durante esos días supongo que tampoco podré actualizar este blog, así que espero que no me echéis mucho de menos. Estaré de vuelta sobre el 13 de agosto para contar todo lo que haya ocurrido en el viaje, aunque no prometo grandes emociones. Mi intención: relajarme, conocer sitios, ir a la playa y disfrutar de estos días en compañía de mi ex, una de las personas que mejor me conocen y que mejor me entienden en este mundo. Estos días a su lado serán fantásticos, estoy segura.
Un abrazo para todos los que pasen por aquí y que tengan buenos días, sean de vacaciones o no.
Nos leemos.
YO: Antes me dijiste que querías hablar conmigo y ni te pregunté de qué, si necesitas algo llámame.
TS: Na niña, te cuento al volver que es una movida muy íntima y personal. Besos.
YO: No estoy yo muy por la labor de tratar ese tipo de asuntos contigo. Ya veremos a la vuelta en cualquier caso. Llámame si necesitas algo de trabajo.
Ésa fue la última y única conversación que he tenido con él desde lo último que escribí en este blog. Estaba en casa de mi tía y me quedé sin batería en el móvil mientras hablaba con mi compi Aitor. Así que cambié la tarjeta al teléfono de mi tía para poder continuar la conversación, pero resulta que el número de Aitor lo tenía guardado en el móvil y no en la tarjeta y el único que tenía en la agenda de la sim a quien se lo podía pedir era precisamente TS. Así que le llamé para pedirle el número. Cuando cogió el teléfono parecía nervioso. "Hola". "Hola". "¿Cómo estás? Justo te iba a llamar porque quería hablar contigo". "Aum. Yo te llamaba para pedirte el móvil de Aitor, que he tenido que cambiar la tarjeta de teléfono y no tengo el número". "Ah, vale, te lo doy, espera. ¿Esperas?". "Sí, claro". Sonaron teclas de que estaba buscando en su agenda. "Apunta". "Sí". Y me lo dio. "Muchas gracias". "De nada, ¿ya estás en Portugal?". "No, me voy pasado mañana". "Aum". "Pues nada, gracias". "De nada, un beso". "Otro, chao". Y colgué.
Luego hablé con Aitor durante largo rato y al cabo de una hora o dos le mandé el mensaje que habéis leído al principio. ¿Valiente? ¿Firme? Supongo que sí. Pero eso no me quita el nudo en el estómago que se me ha quedado desde entonces, ni la curiosidad dándome vueltas en la cabeza sobre eso "íntimo y personal" de lo que quiere hablar conmigo. "Sea lo que sea, no me interesa", trato de convencerme. "Seguramente quiere que le explique mis últimos mensajes antes de irme de la ciudad y no pienso explicarle nada", me digo. "O peor aún, quiere hablarme de sus problemas con la rubita y no pienso escucharle", remato. Pero... "¿pero y si quiere decirme que se ha dado cuenta de que siente algo por mí?", flaqueo. "No. No. No. Ni quiere decirme eso ni yo quiero escucharlo", me censuro.
Hoy ya estoy más tranquila, pero la desazón me acompañó ayer hasta la cama. Para rematar el día también hablé con Juan. Con él no ha sido la primera vez en estas vacaciones. Varios mensajes y alguna que otra conversación subida de tono han rodando desde que estoy fuera de la ciudad. Sin embargo, siento que cada vez han ido a peor las conversaciones. Al principio, muy cercano, muy amoroso, digamos. Y luego, poco a poco, cada vez más frío y distante, marcando las distancias, negándose sin decirlo a intimar más allá de lo puramente sexual conmigo.
Además, tiene mala leche, muy mala leche. Me he ido dando cuenta en un par de conversaciones. Y no me gusta. No es que haya tenido mala leche conmigo concretamente, pero sí le he escuchado quejarse de compañeros, del trabajo, etcétera, en unos términos que no me han gustado nada. No sé, creo que su carácter y el mío serían absolutamente incompatibles en una relación. Yo aún no creo haberle manifestado mi mala leche a él, aunque sí debe haberla visto en algunas discusiones en el trabajo con los jefes. No creo que dos caracteres tan marcados llegaran nunca a buen puerto.
Lo último que hablamos fue por mensaje, después de que me colgara en mitad de una conversación subida de tono, porque sus padres habían llegado a casa.
YO: Es la segunda vez que me dejas a medias. Menos mal que en persona eres más eficiente... ;-)
JUAN: Ya seguimos en otro momento. Beso. Ciao.
YO: Ya veremos si en otro momento puedo. Chao.
JUAN: Vaya, de tipa dura... jejeje. No es tu estilo, no lo cambies. Con mis padres aquí paso. Además, recuerdo que no querías terminar porque te data palo, así que pasa de bobadas.
YO: Bueno, a lo mejor esperaba que me convencieras un poco. No me hago la dura, sólo que pasado mañana me marcho y no está el rooming como para erotismo telefónico. En cualquier caso, tampoco viene mal el traje de dura de vez en cuando.
No contestó.
De resto, esta semana y media en mi tierra ha sido bastante gratificante. A excepción de las continuas broncas con mi madre, a las que ya debería estar acostumbrada, pero sigo sin lograrlo. Sin embargo, hasta ayer ha estado quedándose en casa unos días mi mejor amiga, Susana, y ha sido maravilloso. Nos hemos quedado afónicas después de cuatro días juntas. Y no sólo de las fiestas que nos hemos pegado, que también, sino de las horas y horas que nos hemos tirado hablando. Hacía tantísimo tiempo que no hablábamos que se me había olvidado lo maravillosamente bien que nos llevamos y lo mucho que nos entendemos.
Con Susana puedo hablar de absolutamente todo. A veces se escandaliza, otras se descojona, pero nunca me juzga, ni me censura, ni me exige nada. Es una amiga, de esas que te aceptan tal y como eres, de las que te escuchan, te aconsejan si lo creen conveniente, pero nunca se enfadan contigo hagas lo que hagas, porque te respetan. Sí, de esas amigas que puedes pasar meses e incluso años sin ver o incluso sin hablar con ella y cuando lo haces, simplemente, te preguntan cómo estás, qué es de tu vida, si te encuentras bien. Ni un "por qué no me has llamado", ni un sólo reproche, simplemente una sonrisa que refleja la gran alegría que le da volver a verte.
Creo que eso es la amistad sincera. Y no lo que me pasa con Fanny, que por cierto me ha echado en cara por teléfono el haberse quedado sin planes para las vacaciones debido a que yo me rajara con lo de Turquía. Y eso que le ofrecí venirse conmigo y mi exnovio a Portugal, así como venirse unos días a mi casa en mi tierra. Nada le vino bien y la única vez que he hablado con ella desde que estoy de vacaciones ha sido para escuchar como me reprochaba que estaba aburrida y que, aunque me quiere mucho, eso sí, está enfadada conmigo porque se ha quedado sin planes en vacaciones por mi culpa y no le apetece verme y por eso no se viene a mi casa... En fin, supongo que por eso Susana es mi mejor amiga, vaya donde vaya, y Fanny, simplemente, mi mejor amiga en la ciudad y de momento...
En cuanto a mi estado de ánimo, os diré que estoy bastante mejor. He estado trabajando bastante en la novela, recuperando viejos textos de las cientos de veces que he empezado a escribirla y tratando de aprovechar lo que me vale para el nuevo giro que quiero darle. Creo que lo conseguiré esta vez. Al menos eso espero. Aunque a partir de mañana se quedará aparcada al menos durante 12 días, los que voy a pasar de viaje.
Durante esos días supongo que tampoco podré actualizar este blog, así que espero que no me echéis mucho de menos. Estaré de vuelta sobre el 13 de agosto para contar todo lo que haya ocurrido en el viaje, aunque no prometo grandes emociones. Mi intención: relajarme, conocer sitios, ir a la playa y disfrutar de estos días en compañía de mi ex, una de las personas que mejor me conocen y que mejor me entienden en este mundo. Estos días a su lado serán fantásticos, estoy segura.
Un abrazo para todos los que pasen por aquí y que tengan buenos días, sean de vacaciones o no.
Nos leemos.
Comentarios
Un besooooo pa las dos!!!
Besos y gracias por seguir ahí.