Me muero de ganas por pedirle que se venga esta noche a casa. Es una locura, ¿verdad? He estado a punto un par de veces en lo que vamos de día. Pero, gracias al cielo, me he arrepentido todas ellas en el último momento y no lo he hecho. Estoy demasiado sensible y demasiado débil hoy. Tanto que temo acabar cometiendo un grave error, acabar flaqueando e invitándole a cenar en casa. No debo hacerlo. No porque sería peor que viniera para mi recuperación, sino porque aún más grave sería escuchar una negativa por su parte. Una posible negativa que me destrozaría aún más, que me hundiría aún mas en esta sensación de soledad y tristeza en la que me encuentro hoy. Contrólate, Judi, contrólate por dios.
Sí. Seguramente sigo siendo una quinceañera, como me han comentado por ahí. De no ser así, no volvería continuamente a aferrarme a aquellos mismos pensamientos que me obsesionaban cuando tenía esa edad: la cuchilla brillante en la muñeca, un tajo firme y largo y adiós al sufrimiento. Sin embargo ya no tengo la misma impulsividad de entonces para hacerlo. Sin embargo me paro a pensar en lo que pensarán de mí todos los que me conocen por mi profesión y todo lo que se diría de mí si lo hiciera, y me pregunto por qué no acabaría la faena cuando tuve la oportunidad de hacerlo sin ser nadie para nadie... Trastorno de personalidad mixto con tendencias autolíticas... Esa soy yo según el único diagnóstico coherente que me han hecho en la vida. Pero sin tecnicismos, lo que soy es una mujer absolutamente sola en el mundo, sin un sólo lazo de amor real con este mundo, sin nada firme a lo que agarrarme. Quizás por eso, en el fondo de mí misma quería estar embarazada. A pesar de las dificultades, de...
Comentarios